Por
James Cifuentes Maldonado
Dice
el diccionario que la palabra independiente significa o refiere al estado o la
circunstancia en la que algo o alguien no depende de sí mismo; la expresión nos
remite al verbo depender, el cual nos ubica en una esfera de subordinación o de
sometimiento de algo o de alguien en relación con la voluntad de otro, cuando
la acción o inacción de una persona está sujeta a factores que no domina, esto
es, que comprometen su libertad para tomar decisiones.
“No
nos vayamos muy lejos, quedémonos acá”, decía el exdiputado Hugo Armando
Arango (Q.E.P.D.), cuando quería evitar una elucubración demasiado amplia que
volviera gaseosa o inútil una conversación; por eso, para los efectos del
fenómeno sobre el que intentaré ocuparme hoy, y como hay tantas dimensiones y
tan complejas de la palabra libertad, hablaré de la libertad en el contexto del
gobierno de los territorios.
En
teoría, cualquier persona que quiera ser concejal, diputado, alcalde o
gobernador puede postularse, en aplicación del derecho constitucional de elegir
y ser elegido, y, querría uno, que quienes se postulen sean los mejores,
premisa que depende de muchas variables; habría que preguntarse: ¿mejores en
qué sentido? ¿en términos de preparación, de inteligencia, de transparencia, de
honradez, de integridad?
La
respuesta a la pregunta podría ser: ninguna de las anteriores, porque la
realidad nos muestra que, en la forma en que está dado el juego de nuestra
democracia, puede resultar que no sean los mejores aspirantes los que terminen
conduciendo nuestros destinos, y, aun si lo fueran, si los mejores fueran
elegidos y tuvieran buenas intenciones, esas buenas intenciones no siempre podrían
concretarse y ¿saben por qué?, porque en el ejercicio de la política no hay independencia, todos sus
actores dependen unos de otros.
A
manera de ejemplo, del Dr. Álvaro Arias, con quien tuve la oportunidad de
trabajar, aclaro, no de hacer política, sino literalmente de trabajar en los
temas de gobierno y seguridad ciudadana en Pereira hasta hace un poco más de un
año, puedo decir que, además de ser una excelente persona, se caracteriza por
ser un funcionario muy técnico, muy serio, muy organizado y, sobre todo, comprometido
con la misión que se le asigna; a alguien así, muchas personas le habrían dado
su voto, pero eso ya no va a ser.
Y
¿por qué en esta oportunidad el Dr. Arias no podrá hacerse contar para la
Gobernación de Risaralda? pues sencillo, porque eso no dependía enteramente de
él, ni del grupo que lo respaldaba; es posible que las causas de su declinación
tengan que ver con la cantidad de recursos que demanda una campaña, que suelen
ser más de los que uno consideraría razonables y necesarios, ¡ojo con esto!; por otro lado, en el ajedrez de la política
de Pereira y Risaralda, en una partida diferente, alguien hizo una jugada,
movió otras fichas, dejando al Dr. Arias sin posibilidades.
Aplaudo
todas las campañas que se presenten como independientes, pero no me hago
ilusiones, primero porque para ganar, lo cual se hace con votos, los candidatos
dependen de cálculos y alianzas en los que, a veces, ni siquiera tienen la
palabra, y segundo porque, aun en el escenario de ganar, el gobierno se hará
con las alianzas que no se hicieron en la campaña.
Publicación
original en: https://www.eldiario.com.co/opinion/miscelanea-201/
No hay comentarios:
Publicar un comentario