miércoles, 12 de julio de 2023

Miscelánea - Esa tal independencia no existe

 



 

Por James Cifuentes Maldonado

 

Dice el diccionario que la palabra independiente significa o refiere al estado o la circunstancia en la que algo o alguien no depende de sí mismo; la expresión nos remite al verbo depender, el cual nos ubica en una esfera de subordinación o de sometimiento de algo o de alguien en relación con la voluntad de otro, cuando la acción o inacción de una persona está sujeta a factores que no domina, esto es, que comprometen su libertad para tomar decisiones.

No nos vayamos muy lejos, quedémonos acá”, decía el exdiputado Hugo Armando Arango (Q.E.P.D.), cuando quería evitar una elucubración demasiado amplia que volviera gaseosa o inútil una conversación; por eso, para los efectos del fenómeno sobre el que intentaré ocuparme hoy, y como hay tantas dimensiones y tan complejas de la palabra libertad, hablaré de la libertad en el contexto del gobierno de los territorios.

En teoría, cualquier persona que quiera ser concejal, diputado, alcalde o gobernador puede postularse, en aplicación del derecho constitucional de elegir y ser elegido, y, querría uno, que quienes se postulen sean los mejores, premisa que depende de muchas variables; habría que preguntarse: ¿mejores en qué sentido? ¿en términos de preparación, de inteligencia, de transparencia, de honradez, de integridad?

La respuesta a la pregunta podría ser: ninguna de las anteriores, porque la realidad nos muestra que, en la forma en que está dado el juego de nuestra democracia, puede resultar que no sean los mejores aspirantes los que terminen conduciendo nuestros destinos, y, aun si lo fueran, si los mejores fueran elegidos y tuvieran buenas intenciones, esas buenas intenciones no siempre podrían concretarse y ¿saben por qué?, porque en el ejercicio  de la política no hay independencia, todos sus actores dependen unos de otros.  

A manera de ejemplo, del Dr. Álvaro Arias, con quien tuve la oportunidad de trabajar, aclaro, no de hacer política, sino literalmente de trabajar en los temas de gobierno y seguridad ciudadana en Pereira hasta hace un poco más de un año, puedo decir que, además de ser una excelente persona, se caracteriza por ser un funcionario muy técnico, muy serio, muy organizado y, sobre todo, comprometido con la misión que se le asigna; a alguien así, muchas personas le habrían dado su voto, pero eso ya no va a ser.

Y ¿por qué en esta oportunidad el Dr. Arias no podrá hacerse contar para la Gobernación de Risaralda? pues sencillo, porque eso no dependía enteramente de él, ni del grupo que lo respaldaba; es posible que las causas de su declinación tengan que ver con la cantidad de recursos que demanda una campaña, que suelen ser más de los que uno consideraría razonables y necesarios, ¡ojo con esto!;  por otro lado, en el ajedrez de la política de Pereira y Risaralda, en una partida diferente, alguien hizo una jugada, movió otras fichas, dejando al Dr. Arias sin posibilidades. 

Aplaudo todas las campañas que se presenten como independientes, pero no me hago ilusiones, primero porque para ganar, lo cual se hace con votos, los candidatos dependen de cálculos y alianzas en los que, a veces, ni siquiera tienen la palabra, y segundo porque, aun en el escenario de ganar, el gobierno se hará con las alianzas que no se hicieron en la campaña.

 

Publicación original en: https://www.eldiario.com.co/opinion/miscelanea-201/

 

 

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