Por James Cifuentes Maldonado
A tono, con la dinámica de la nueva sociedad de la información, donde todo es breve y liviano y la profundidad está envía de extinción, me permitiré los siguientes pasabocas.
Me llama mucho la atención una valla ubicada en cierta avenida de cierta ciudad, en la cual un candidato a la alcaldía propone un hospital público para mascotas, y pongo de presente el tema ya que no es desconocido que la cría de perros y gatos se ha venido convirtiendo en una verdadera industria multimillonaria. Esta actividad, muy lucrativa, por cierto, constituye todo un Clúster, una cadena productiva, que concentra por ejemplo la cría misma de los animales, el alimento, el cuidado mensual, los servicios veterinarios y muchos otros gastos más que se salen de lo normal y terminan en la excentricidad y la extravagancia.
La economía de los animales de compañía, impulsada por la conciencia cada vez más fuerte sobre los derechos de los animales y su activismo, a mi juicio está desbordada, al punto que incluso llegará a comprometer la tasa de natalidad humana, porque las nuevas generaciones ya no quieren tener hijos, solo “peluditos”.
Y no es que yo esté en contra de atender bien a los animales; lo que quiero poner presente es que todo aquel que quiera tener una mascota debe saber de antemano todas las implicaciones y los costos; como dicen por ahí “el que tiene para el whisky tiene para el hielo”. Por eso, si uno tiene mascotas por gusto, que puede ser un verdadero lujo, no puede pensarse que, si el perrito o el gatico se enferma pues que entonces simplemente acudiremos a un hospital público, pagado por los impuestos de toda la ciudadanía, como sucedía con la gasolina que la subsidiaban hasta a los que no tenían carro ni moto.
Me parece muy llamativa la propuesta del hospital público para perros y gatos, muy vendedora en tiempos electorales, pero pongámonos la mano, no en el corazón sino en el bolsillo y preguntémonos ¿se justifica? ¿tiene un fundamento técnico desde lo presupuestal y lo tributario? ¿es razonable? Si estas preguntas no son resueltas, la propuesta puede convertirse en solo humo, en una estrategia muy poderosa, por toda la sensibilidad y la empatía que encierra, pero que quizás raye en la demagogia y en el populismo.
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Señores, los clubes más grandes del mundo incluido el Barcelona, el Real Madrid, el Manchester United, el Liverpool, todos tienen su curva de rendimiento y, tarde o temprano, esa curva tiende a caer; el Deportivo Pereira, guardadas las proporciones, no es la excepción, máxime cuando se trata de un equipo de resultados milagrosos, pues no de otra forma sigo viendo yo que hayamos sido campeones del Futbol Profesional Colombiano. Eso es un logro pasado, que además nos llevó a hacer un papel decoroso en la Libertadores, pero, ya está, volvimos a ser los mismos, aunque no niego que la pena es mayor cuando el golpe de realidad nos lo ha dado el Once Caldas el pasado domingo en nuestro propio estadio. Sin embargo, no exageremos; he escuchado a unos periodistas hablar de respeto por la casa y otras peroratas sobre la dignidad del equipo local, pero pamplinas, el fútbol es solo eso, se gana hoy y mañana se pierde, el espectáculo sigue y siempre habrá un partido y un clásico más.