Por James Cifuentes Maldonado
En el fragor de la campaña por la alcaldía, algunos candidatos no tienen inconveniente en decir que Pereira está sumida en el abandono, que todo está patas arriba, que aquí no se ha hecho nada; fabrican tragedias inexistentes para vendernos esperanzas artificiales, con la complicidad de los medios de comunicación que no tienen problema en exagerar los adjetivos para titular una noticia sensacionalista.
Pereira es como la tenemos, pero no siempre fue así; nuestra ciudad tiene una dinámica de desarrollo que naturalmente va mostrando sus carencias; en la medida en que crece, crecen también sus problemas y necesidades, los cuales se van atendiendo con lo que hay, por supuesto, en un modelo de estado ineficiente, a veces infame y corrupto que siempre llega tarde, con los recursos limitados, con el estilo y las prioridades del mandatario de turno y sin que todos puedan quedar a gusto.
Mientras unos quieren mayor inversión social y tejido humano otros querrán más cemento e infraestructura; mientras unos reclaman mayor pie de fuerza y más calabozos, otros pedirán más educación; mientras unos demandan más cultura otros reclaman mejores servicios de salud; y así, nos vamos yendo cada 4 años, con problemas nuevos y problemas viejos, como el espacio público y la inseguridad. Damos tres pasos y a veces nos devolvemos uno, pero es innegable que avanzamos, eso es evidente; quienes viven en Pereira y han sido testigos de su palpitar en los últimos 50 años, saben de lo que estoy hablando.
Las personas tenemos la tendencia a mostrarnos orgullosos de nuestro terruño y seguramente, aun en los rincones más humildes, siempre habrá alguien que diga que vive en el mejor vividero del mundo. En esto tampoco podemos llamarnos a engaño ni dejar que el patriotismo nos gane.
Escuché a una periodista comentar sobre la situación del Sector de Villa Santana, manifestando que se trata de una zona históricamente olvidada, abandonada, lo cual no es del todo cierto. Invito a los que no salen del Centro y de la Circunvalar para que se den un paseo por Villa Santana y se encuentren con una ciudad dentro de la ciudad, con toda la oferta institucional que se ha generado en los últimos 30 años.
En lo que hoy es Villa Santana han tenido que ver todos los alcaldes, en mayor o menor medida, pero en todo caso, aunque haya nuevas necesidades o éstas sean diferentes, Villa Santana ya no es un barrizal ni una zona prohibida, es la otra cara de Pereira con sus migrantes, sus invasiones, sus conflictos sociales y de orden público, pero también con sus instituciones educativas, con su estación de policía, con sus planes de vivienda, con sus servicios públicos, con sus calles pavimentadas, y más recientemente con su Megacable.
Algo similar ha sucedido con Cuba, El Dorado, Galicia y muchos otros sectores que nacieron en la subnormalidad, que eran inviables y que ahora son toda una realidad en esta Pereira que crece y se adapta al presente y se asoma como ninguna otra al futuro de Colombia.
Si somos o no el mejor vividero, cada quien juzgará, lo cierto es que no hay que acabar con lo que hay solo para ganar votos; hay que construir sobre lo construido. No podemos destrozar la ciudad en la disputa por su gobierno.
Está bien, pero el problema de las campañas electorales no es solamente que crean problemas para sus campañas, hay candidatos que asumen que los pereiranos somos unos estúpidos, una dice que está vez no nos vamos a equivocar y el otro que es del partido actual de gobierno viene a decir que vamos a cuidarla, el cinismo de estos personajes ya rebasó la medida.
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