Por
James Cifuentes Maldonado
Para
opinar en 2022 ya no hay mañana, este año se acabó y hay que ir sacando el
diablo, botando lo que no sirve, haciendo la catarsis y abriendo espacios,
tanto físicos como mentales, para recibir lo que nos deparará el nuevo año.
El
2022, a pesar de las nubes grises generadas por la guerra en Ucrania y los rezagos de escasez que nos
dejó la pandemia, nos sirvió para consolidar la reactivación económica a nivel
local y nacional, confirmando la regla de que con las crisis sobrevienen las
oportunidades.
Dicen
que lo peor no ha pasado, que la amenaza de recesión no ha desaparecido,
pudiendo ser que en el 2023 se den todos los ingredientes para la tormenta
perfecta, esto es más guerra, más desempleo, más inflación, mayor inestabilidad
social, sin hablar de los efectos del calentamiento global que enloquece el
clima cada vez más, con una época de lluvias que ya completa 2 años en
Colombia, con las playas literalmente
congeladas en esta Navidad en Nueva York y las víctimas que va dejando la
crudeza de la naturaleza.
Asumiendo
entonces que la pandemia en 2022 ha sido un tema superado, debo referirme al
escenario político en Colombia donde, sin duda alguna, el protagonista del año
ha sido el presidente Gustavo Petro, que logró voltear la torta e invertir la
polaridad en el eje del poder. La Colombia Humana como expresión de la
izquierda democrática logró instalarse en la Casa de Nariño el 7 de agosto y a
partir de esa fecha ha sucedido de todo.
En
primer lugar, se derrumbó el mito de que al otro día de elegido Petro la mitad
de la Colombia pudiente abandonaría el país; eso no ha pasado y en términos
generales, para bien y para mal, las cosas han ido marchando dentro de los
canales institucionales, aunque con otro estilo y otros protagonistas.
La
frase de batalla que más me irritaba de la derecha en campaña era aquella que
decía que con Petro habríamos de volvernos como Venezuela, y si bien eso no ha
sucedido, por la forma en que este gobierno se comporta, no podemos descartarlo
en el mediano o largo plazo. Lo
digo porque así me lo hacen temer lo discursos sobre la economía popular, las
concesiones a la denominada “Primera Línea”, las improvisaciones en la
designación de algunos cargos como el Ministerio de Minas y el ICBF, además de
muchas otras incongruencias de las que el gobierno parece no ser consciente,
porque no ha salido del éxtasis de haber ganado las elecciones.
Este
escenario raro, confuso, ha sido útil para confirmar que la izquierda no estaba
preparada para gobernar y que tiene un desafío muy grande para crecer y
mantenerse, respetando la democracia y la institucionalidad, esperando que no
ceda a la tentación de adoptar medidas de facto para perpetuarse en el poder,
pero al mismo tiempo ha sido oportuno para que la derecha y la dirigencia
tradicional se miren al espejo de las torpezas y vicios de este gobierno,
algunas iguales a las suyas, para que cambien las formas y la estrategia y
formulen una propuesta seria y reposada que conquiste nuevamente a las
mayorías.
Pero
definitivamente, 2022 quedará grabado en la memoria de todos los Pereiranos,
por el evento que nos sigue aguando lo ojos y acelerando el corazón, Deportivo
Pereira Campeón.
FELIZ
AÑO.
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