Por James Cifuentes
Maldonado
Absorto en mis pensamientos, desatados por esa sensación de
angustia existencial y miedo al futuro que he venido notando en muchas
personas, especialmente en los jóvenes, que en el escenario de las redes
sociales y la tecnología se sienten exigidos y superados por referentes de
éxito que estiman nunca alcanzarán. Las redes les han venido mostrando a
nuestros muchachos un mundo ideal de felicidad y prosperidad fácil, exprés, que
los sustrae de sus propias realidades, pero lo peor, lanzándoles el mensaje de
que todo es perfecto y que no hay lugar para los fracasos, de hecho, que todo
sucede tan rápido que no hay lugar para el error.
A los jóvenes: Les digo que, si en algún momento sienten que les
falta algo, que la mejor versión de ellos no ha llegado, sean pacientes y
tengan en cuenta que la sabiduría de los sabios llega al final de sus días,
porque es sobrenatural saber sin haber visto, sin haber tocado, sin haber
sentido, sin haber vivido; que no hay viaje ni destino, ni metas ni sueños
cumplidos, si no hay movimiento, si no hay recorrido; que en el viaje no
existen los errores, sólo accidentes en el camino. Que la plenitud, que la
realización total, consistirá en poder llegar a entender esto de una manera
serena y a conciliarnos con nosotros mismos y que irónicamente eso solo
sucederá al final de ese camino. Que mientras existamos mientras tengamos
conciencia, permanentemente seremos una obra inacabada que sólo se completará
con la muerte y la muerte llegará inexorablemente, en algunos casos con previo
aviso, pero nunca jamás preguntará si estamos listos, por eso no podemos darnos el
lujo de quedarnos en el suelo en la primera caída.
A los viejos: La mayor preocupación que solemos tener quienes nos
embarcamos en la aventura de criar una familia gira al rededor del futuro de
los hijos, y no quisiéramos irnos sin que sus necesidades quedaran resueltas,
entendiendo por ello su educación, su formación y hasta su actividad
económica o su empleo. Es frecuente que los seres humanos, ciertas personas
organizadas, tengan la obsesión de
dejar asegurados todos sus asuntos antes de irse, sin embargo, hay que tener
claro de qué después que morir nada de lo que dejemos será problema nuestro y
que nuestra descendencia tendrá que lidiar con lo mucho o con lo poco que
quede, en la forma, en la cantidad y con los líos que sean. Por eso
no vale la pena cavilar tanto y resulta más importante disfrutar lo que se
tiene en el presente, con esos seres queridos.
Adenda.
Por situaciones de orden personal y familiar que he venido sorteando, por estos
días he estado bastante reflexivo y trascendente, al punto que no sé dónde
ponerme con toda esta sensibilidad que no me deja espacio para abordar los
temas cotidianos de la ciudad, del país y ahora ultimo de mi Deportivo
Pereira. Sobre el Amado hoy solo atinaré a decir que era
previsible que cayera como lo hizo en Bogotá, ante Sata Fe y Millonarios, que
si bien fueron superiores no arrollaron a los matecañas que dieron ventaja con
acciones aisladas como la expulsión de un jugador y un gol en
contra. Agregaré que los puntos de la clasificación están en casa y
que seguramente mi equipo, si no clasifica a la final, por lo menos venderá
cara la piel.
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