miércoles, 21 de septiembre de 2022

Miscelánea - El Gobierno que está aprendiendo

 



 

Por James Cifuentes Maldonado  

  

 

Me permito hacer algunas glosas sobre el mes larguito que lleva el nuevo gobierno en Colombia.  

 

Vergonzosas todas las ocasiones en que Gustavo Petro ha incumplido, como el primer encuentro con los alcaldes del país y actos oficiales como la transmisión del mando militar, eventos a los que no alcanzó a llegar, incluso al sepelio de los policías masacrados en el Huila el presidente llegó ya entrada la noche. Razones, seguramente habrá muchas, pero se ve feo y refleja precisamente las complejidades de la transición y la primiparada.  

 

No deja un buen sabor de boca, dentro de las expectativas de cambio, la designación de personas en el gobierno de Petro, que representan la dirigencia tradicional y las viejas costumbres políticas, pero yo en este sentido no me llamo a engaño; soy consciente de que en el bus de las alianzas que llevaron al Pacto Histórico a la Casa de Nariño se subieron muchos indeseables que sin embargo no podían ser rechazados, porque, si esos “indeseables” se hubieran sumado, por ejemplo a la campaña de Fico o a la Rodolfo, tampoco los hubieran despreciado y hoy otro gallo estaría cantando. El clientelismo es inherente a la política y a la democracia.  

 

El tema con la ministra de Minas y Energía, la filósofa Irene Vélez, es desconcertante, primero porque uno creería que las competencias y la experiencia específica son muy importantes en una cartera ministerial tan neurálgica y es claro que la Doctora Vélez llegó a aprender; entiendo que esa designación corresponde a un compromiso directo de Petro con el señor padre de la ministra, y por eso causa pena que el señor presidente se vea obligado a salir a defender con uñas y dientes la designación. Ahora, no es menos cierto que hasta el momento la cosa no ha pasado de gazapos verbales, no ha sucedido nada material y grave como que se pierdan setenta mil millones, y a pesar de ello los medios de comunicación y las redes sociales le han dado a la ministra hasta con el balde.  

 

Algunos patriotas opositores han elevado su voz anticipándose a la inminente trepada de precios de la gasolina, por el agotamiento del Fondo de Estabilización, haciendo parecer el asunto como un desafuero de Petro. Por suerte desde los gremios como la ANDI y voces muy autorizadas como la del exministro Juan Carlos Echeverry, han llamado a la sensatez y a que se rodee al presidente en esta difícil decisión, sobre un problema cuya solución se venía aplazando desde gobiernos anteriores y que representa el lado más regresivo de las finanzas públicas.   Los colombianos tenemos que entender que llevamos muchos años con una gasolina barata y que para que eso fuera posible hicimos una vaca en la que han venido poniendo plata hasta los que no tienen carro ni moto.  Es decir, subsidiar la gasolina es la forma más grosera de hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.  

A propósito de los oportunistas que le quieren sacar réditos a la escalada de violencia del último mes, les quiero decir que las masacres en Colombia no empezaron con la era Petro, así como la repartija de mermelada no se la inventó Juan Manuel Santos. Ambos fenómenos, históricos, hacen parte de un libreto usado a conveniencia por cierta clase dirigente, cuando no tiene el poder.  

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