José Antonio Duarte Leiva, un colombiano más para la mayoría, pero muy reconocido en su comunidad y más querido y apreciado aun en el seno de su familia, de donde un camionero lo arrancó el pasado viernes, segando su vida al impactarlo violentamente y lanzarlo por la baranda de un puente en inmediaciones de Bogotá. No suelo ver publicaciones y menos videos sobre los que me avisan que el contenido es fuerte, sin embargo, por tratarse de un ciclista, por la identificación que tengo con todos los que usan la bicicleta, para trabajar, por deporte o transportarse, esta vez me atreví a dar clic.
El video fue colgado en redes sociales y no lo vi una vez, sino que lo repetí muchas veces, porque quería entender lo que había pasado en esa impresionante escena, cuando, al parecer, el conductor de un vehículo de carga no advierte que adelante, contra la baranda del paso elevado, transitaba José Antonio, quien fue golpeado por un costado para ir a parar contra el pavimento 4 y medio metros abajo del puente.
Le he dado el beneficio de la duda al conductor del camión, asumiendo que, increíblemente, no se percató del ciclista; porque que en este hecho hay un elemento diferente a la generalidad de accidentes de este tipo, ya que la víctima no se desplazaba por la derecha de la vía que es lo reglamentario sino por uno de los carriles de la izquierda que normalmente son utilizados para adelantar; para decirlo con claridad, José Antonio estaba en el lugar equivocado, tanto por su fatal ubicación como por el descuido del camionero que tenía que haberlo visto.
El camionero tendrá una razón para discutir en su defensa, la imprudencia de la víctima, que convierte la acción en un homicidio culposo, pero de lo que no se salvará y por lo que ya está condenado por la sociedad y ojalá por un juez, es por su indolencia, porque a pesar de la notoriedad de lo que pasó, por lo menos por lo estruendoso que debió ser el golpe, huyó del lugar, lo cual fue un acto perfectamente consciente y por lo tanto doloso, ya que no solamente aceleró, sino que además cambió de carril para disimular y mentirse a sí mismo sobre lo sucedido, sin tener en cuenta que una cámara lo estaba captando.
Y sí, a pesar de la incorrecta ubicación del ciclista, el conductor será culpable por el mero hecho de haber sacado su furgón ese día y manejar por donde lo hizo y como lo hizo, porque, conducir un vehículo por la vía pública es per se y por definición jurídica una actividad peligrosa, así no lo tengamos muy presente, porque diariamente salimos de casa y regresamos en nuestro vehículo sin tener percances y sobre todo sin lesionar a nadie.
La realidad es que cada uno de los que andamos en moto o en carro por las calles y carreteras, aún con toda la pericia, somos potenciales causantes de una tragedia o posibles víctimas de ella, por la más mínima distracción propia o ajena. Para matar a alguien o dejarlo cuadripléjico sólo se necesita un segundo de desconcentración, mirando a un lado o intentando contestar una llamada celular.
Paz
en la tumba de José Antonio, que iba por la izquierda, pero también en
la de los miles de ciclistas y peatones que, aun yendo por la derecha,
fueron ignorados y murieron por la arrogancia y la intolerancia de uno
de esos gamines con licencia, que van por ahí sin dios y sin ley.
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