miércoles, 13 de mayo de 2020

Miscelánea - Creer y nada más



Por James Cifuentes Maldonado

Como lo planteó Alfonso Cuellar, en reciente columna en SEMANA, con el COVID-19 estamos frente a un mal “sin vacuna y sin expertos”, cuyo precario manejo ha consistido en que los gobiernos de todas las latitudes han ido tanteando el terreno, dando pautas con fórmulas de ensayo y error, estirando y contrayendo el acordeón, tal y como lo dispuso el presidente Duque, con la “cuarentena inteligente”. 

Es difícil persuadirse y darle rienda suelta al miedo prácticamente de oídas, sin encarar el mal, como se encara un terremoto o un ciclón, que aunque nunca deseados, serían “preferibles” y no tener que lidiar con un enemigo silencioso e invisible, sin más remedio que atenernos ciegamente a los noticieros, que en vez de llevarnos a la certeza nos conducen a especie de  fe, dando por hecho que los motivos para temer sí existen, aunque propiamente la pandemia y su realidad no nos consten, como lo ha considerado Diego Firmiano en su artículo “Coronavirus y terror”. https://www.diambulos.com/ese-miedo-irracional-al-virus/

Porque las proporciones no son arrolladoras, no cuadran, y las evidencias, por ejemplo en Colombia, aparentemente no se ven; porque 4 millones de contagiados y 300 mil muertos, a la fecha, en un planeta de casi 8000 mil millones de almas, no son la medida de la hecatombe que nos dicen que nos está sucediendo; de tal forma que seguimos sin convencernos del todo y no podemos evitar deslizarnos hacia teorías conspiratorias, porque aún no hemos podido meter el dedo en la llaga, porque aun no vemos los muertos apilados en las esquinas ni los hospitales cercados con ambulancias, que no saben a dónde llevar los pacientes, sin embargo, nos siguen diciendo que el monstruo está ahí, y no tenemos ninguna razón para no creerlo, porque los medios de comunicación y las autoridades no nos dan tregua.

El  monstruo está ahí y nuestro miedo es directamente proporcional a nuestra impotencia y a nuestra ignorancia, que nos arrinconan en el encierro. El monstruo es monstruo, no por su tamaño y su poder, sino porque a estas alturas aún no sabemos cómo ni de dónde salió y porque, de momento, la defensa más segura que tenemos es distanciarnos y escondernos.

Frente a la crisis mundial que se ha generado nadie sabe lo que viene, porque lo único cierto es que no ha terminado de pasar.  Así como nos ha tocado dar por cierto el miedo, en una dimensión que nuestros cuerpos no han alcanzado a sentir y, así, asumir la peligrosidad del virus, hoy  nos toca simular la confianza que nada ni nadie nos dará, para convencernos de que ya debemos salir, porque la economía tiene que volver a fluir, y poner nuestras vidas en las manos de quienes adoptaron unos protocolos y juraron aplicarlos y cumplirlos, así no existan las condiciones ni los recursos que den garantía de ello, lo que una vez más nos deja en el terreno, no de la verdad, sino de la fe, pero a eso ya estamos acostumbrados.

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