Por James Cifuentes M.
La
salud mundial está siendo amenazada por un riesgo biológico, un virus,
en una situación jamás vista. Por supuesto que la historia da cuenta de
otras pandemias, incluso más catastróficas
que lo que pudiera llegar a ser la del denominado COVID-19; la más
reciente hace 100 años, la llamada gripa española que asoló varios
países
entre Estados Unidos y Europa, con 40 millones de
muertos, algunos dicen que las cuentas estuvieron mal hechas, que
fueron 100 millones.
Lo
distinto ahora, en este mundo interconectado, es que todo cuanto sucede
se sabe de manera inmediata y quienes le damos la importancia que
amerita a la situación, hemos venido haciendo
seguimiento desde cuando la noticia se reducía a la costumbre exótica
de algunos chinos de comer sopa de murciélago, y que al parecer, no está
comprobado, habría dado lugar al ataque viral que nos ha puesto en
jaque.
Pero
la noticia ya no es noticia, es una cruel realidad que ya no podemos
seguir viendo en perspectiva, desde la distancia, como un problema que
les sucede a otros; como casi todo, como
la guerra que mayormente sufren los colombianos en algunas regiones y
que los citadinos ignoramos.
En
principio lento y luego con una progresión exponencial, en la radio y
la televisión, casi que en vivo y en directo, nos han venido haciendo el
inventario de los infectados y de los
muertos, primero en Asia, luego en Europa y, como si se tratara de una
inundación inevitable, en América y en Colombia, el agua ya nos está
mojando los pies y esperamos no nos llegue al cuello.
Cada
vez estamos más seguros que ninguna prevención es exagerada, las
experiencias de Italia y España así lo indican. Mientras en Colombia
estamos suspendiendo reuniones y actividades
aun con cierto escepticismo, en Paraguay desde cuando apareció el
primer infectado declararon la cuarentena general.
Que
es terrible, sí, y puede ser peor, un viaje sin retorno para miles de
personas, si no acatamos las medidas y no nos autorregulamos. Por eso es
inaceptable que, declarado el cierre
de las entidades educativas, los niños hayan seguido jugando en las
calles, y los jóvenes rumbeando, como si nada,… ¿y los padres? … bien
gracias, comprando papel higiénico.
La
alcaldía decretó rigurosas medidas sanitarias, con el cierre de muchos
establecimientos y ordenó el toque de queda para unos segmentos de la
población; decisiones muy duras para cualquier
gobernante; Carlos Maya hace lo que tiene que hacer y es justo y
sensato que los pereiranos le correspondamos.
Excelente artículo y buen aporte a la Conciencia ciudadana.
ResponderEliminarCruelmente Cierto James 👏🏻
ResponderEliminarPalabras muy sensatas, el quedarse en casa y la higiene son los elementos esenciales, para salir airosos de toda esta tragedia.
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