martes, 22 de abril de 2025

Francisco: U N F E N Ó M E N O


Por James Cifuentes Maldonado 

Esta es mi interpretación sobre unas declaraciones que el Papa Francisco hizo alguna vez a la prensa, y donde explicaba el papel de las religiones en la sociedad. Dijo algo así como que: Las religiones no encierran verdades absolutas y, en su mística, sin renunciar a la propia creencia, están llamadas a unir y llevar a la humanidad a la armonía; porque la fe, más que una diferencia, representa un nexo, un canal espiritual, un avance de las culturas y de los pueblos, una oportunidad para dar sentido a la existencia y coexistir.

En el segundo año de su papado a Francisco se le atribuyeron las siguientes afirmaciones que levantaron roncha y causaron revuelo, por lo que luego las tuvo que matizar: 

“Al igual que la fábula de Adán y Eva, vemos el infierno como un recurso literario’.

“Todas las religiones son verdaderas, porque son verdad en los corazones de todos aquellos que creen en ellos. ¿Qué otro tipo de verdad está ahí? En el pasado, la iglesia ha sido muy dura con los que consideró inmorales o pecaminosos. Hoy en día, ya no hay juicio. Como un padre amoroso, nunca condenemos a nuestros hijos”. 

Luego, en lo que fuera una de sus ultimas intervenciones públicas, dijo, palabras textuales: “No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás”. 

Cosas como esas, de parte del maximo jerarca de una institución intolerante y anquilosada en el pasado como la iglesia católica, hacen de Francisco un fenómeno muy dificil de igualar o de repetir.   Una pena que vengamos a conocerlo en toda su estatura como humanista y en su dimensión como lider ahora con su muerte.  Era una golondrina haciendo verano. Deberíamos tratar de emularlo, para honrar la memoria del que más que una autoridad fue un verdadero pastor, que intentó construir un mundo mejor predicando con el ejemplo de su sencillez, su austeridad, su empatía y su afinidad y preocupación por los desvalidos y los debiles. 

Éramos felices con Francisco y no lo sabíamos.

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