Por James Cifuentes Maldonado
Con el paso de los años, con la madurez que llaman, poco más o menos promediando los 45, llegan algunas cosas que, aunque sabíamos que llegarían, igual nos sorprenden, entre otras los achaques, las fatigas y las citas médicas, las ganas de leer lo que no leímos en toda la vida, la pérdida de interés por la rumba y paralelamente unas ganas permanentes de esta en casa y que lo dejen a uno quietecito en un rincón, escuchando siempre la misma música, haciendo maratón de series o viendo futbol.
En mi caso particular, aunque siempre he sido seguidor del equipo de la tierra, a veces como hincha de radio y otras como abonado, siempre lamenté no sentir la pasión y la alienación que uno ve en muchas personas en el estadio y que me despertaba envidia porque yo no reaccionaba igual cuando el Deportivo Pereira hacía un gol, mi corazón se alegraba, pero en mi rostro no se notaba.
Pienso que las personas que tienen sensaciones extremas, como el amor, el despecho, el cansancio de la actividad física, la fe religiosa, la pasión por la música o la afición a alguna disciplina deportiva, tienen muchas más posibilidades de experimentar la intensidad de la vida. No digo que los demás no, pero si es más probable que con algún gusto delirante le encontremos el propósito a la existencia. Ojo, no me he referido a placeres como el sexo o la comida, para no meterme en líos y tampoco he hablado de los vicios como el licor o el juego, los cuales no recomiendo.
Pero algo en mi cambió hace una década, se me metió el espíritu del futbol y lo que antes no era ahora es: me estreso, me emociono con las jugadas y me desbordo cuando mi equipo convierte, soy feliz toda la semana cuando ganamos y me deprimo dos y hasta tres días cuando perdemos.
Debo confesar que llegué a sentir vergüenza por los nuevos niveles de mi pasión, porque consideraba que el futbol no era tan serio como lo hacen ver los periodistas deportivos, que era una banalidad y que no estaba a la altura de las actividades del intelecto. Por eso y para sacarme la presión investigué un poco en las redes y encontré que el asunto no es tan trivial dentro de los círculos más encumbrados, por ejemplo, de la literatura. Como es tanto lo que hay, escogí las frases que más me gustaron, dos de aversión al futbol y dos a favor, se las comparto:
«El espectador de fútbol no hace incesantemente más que perder. Mientras los equipos juegan, pierde los nervios; cuando su equipo es derrotado, pierde la compostura y la decencia; pero si su tribu vence, él pierde la cabeza». Fernando Savater
«El fútbol despierta las peores pasiones. Despierta sobre todo lo que es peor en estos tiempos, que es el nacionalismo referido al deporte, porque la gente cree que va a ver un deporte, pero no es así». Jorge Luis Borges
"Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol". Albert Camus
"En su vida, un hombre puede cambiar de mujer, de partido político o de religión, pero no puede cambiar de equipo". Eduardo Galeano.
Ahí dejo pues el tema, por estos días cuando el Deportivo Pereira se ha metido en cuadrangulares y nos ilusiona con una nueva estrella. Sobre los rivales que nos tocaron en el grupo A debo decir que fueron los mejores, Junior y Millonarios de juego bonito y abierto, y Bucaramanga más táctico y menos estético, pero, en todo caso, un hueso duro de roer.
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