miércoles, 25 de enero de 2023

Miscelánea - La razón no es enemigo de la fe

  


Por James Cifuentes Maldonado 


 

Siempre he mantenido un especial interés por el tema religioso, tratando de entender la religión, desde la perspectiva universal, como ese elemento antropológico, tan determinante en el desarrollo de todos los pueblos. Desde niño la formación que recibí provino del cristianismo en la versión católica y, a pesar de que con el paso de los años perdí la devoción, nunca me he sentido ajeno a la cultura cristiana, apegándome a las muchas enseñanzas que nos dejó Jesús y renegando de los exabruptos de la iglesia.   

 

Sobre el tema, comparto unas tesis del escritor español Rafael Narbona, con las cuales me identifico, esperando resulten útiles.   

 

LA RELIGIÓN DENTRO DE LOS LÍMITES DE LA RAZÓN 

 

1. El ser humano no puede prescindir de una dimensión espiritual, pero tampoco puede aceptar los mitos de religiones elaboradas hace dos mil años, cuando el conocimiento racional y científico era limitado e insuficiente. 

 

2. El cristianismo es nuestro marco cultural y merece ser preservado, pero necesita renovarse y actualizarse. De lo contrario, se convertirá en un fósil con un interés meramente arqueológico y residual. Una fe irracional y ciega es mera superstición. 

 

3. El pecado original solo es una metáfora. El episodio de la manzana simboliza el dolor que surgió en la conciencia cuando descubrimos nuestra finitud, un hallazgo que representó la escisión de la naturaleza como totalidad. No hay que hablar de pecado, sino de herida. 

 

4. La Biblia no es la palabra de Dios sino el diálogo del ser humano con el absoluto. Expresa una búsqueda, no un conjunto de verdades inmutables. De hecho, algunas de sus normas nos resultan hoy aberrantes. 

 

5. Dios no un ser inmutable y perfecto, sino una fuerza creadora que se objetivó en el mundo y con una historia que implica grandes transformaciones. Dios no es el mismo después de Auschwitz, el Gulag o Hiroshima. Un Dios vivo sufre, cambia, se aflige y aprende. 

 

6. El nacimiento virginal es un mito pagano. Hay muchos ejemplos: Perseo, Rómulo, Ra, Alejandro. Jesús fue el hijo biológico de un matrimonio judío. Su mayor hallazgo fue descubrir que el ser humano mantiene una relación filial con Dios, al que llamó Abba. 

 

7. Jesús murió por enfrentarse a Roma y al Sanedrín. Su mensaje fue altamente subversivo, pues rompió el vínculo de lo sagrado con el poder, describiendo a Dios como Amor y no como Omnipotencia. Dios no pide que lo adoremos servilmente, sino que amemos a nuestros semejantes. 

 

8. La muerte de Jesús en la cruz pone de manifiesto el compromiso de Dios con la libertad. La libertad es un bien absoluto. No se puede invocar a Dios para pedir obediencia ciega a un líder supuestamente infalible. La infalibilidad papal es idolatría, un dogma político. 

 

9. La resurrección, otra metáfora, simboliza el fin de la herida que se abrió cuando el ser humano descubrió su finitud. Al final de los tiempos, Dios absorberá todo lo bello y bueno, reconciliando al individuo con la totalidad. Solo el mal quedará excluido de este proceso. 

 

10. El sueño tradicionalista de una reevangelización del mundo está condenado al fracaso. La modernidad es irreversible. La espiritualidad del siglo XXI no puede abastecerse de mitos, sino de una nueva sensibilidad que respete escrupulosamente la libertad del ser humano.” 

miércoles, 11 de enero de 2023

Miscelánea - SIN PAR CARNAVAL, Riosucio y el diablo que todos llevamos dentro

Por James Cifuentes Maldonado 

 

 

SIN PAR CARNAVAL. Desde hace tres décadas dedico por lo menos un día para estar en el Carnaval de Riosucio; algunos se gozan toda la semana de programación y otros se preparan y viven ese acontecimiento durante los dos años que hay que esperar entre carnaval y carnaval.   

 

En efecto, todo ese despliegue de alboradas, de sonidos, de música, de luces, de fuego, de artificios, de desfiles de cuadrillas, de disfraces, de antifaces, de capas, de tocados, de galas, de maquillaje, de lentejuelas, de escarcha, de cornamentas y de ornamentos en todos los materiales, se hace visible durante el carnaval, al fragor de las notas del himno y del verbo de los matachines; pero ello no surge de la noche a la mañana, es el resultado del trabajo y la coordinación entregada y mística de cientos de personas, de familias y de comunidades enteras, de los que nunca se han ido de Riosucio y de los que regresan desde las colonias, de dentro y fuera del país, para decirle presente a sus tradiciones. 

 

El demonio, el patas, el putas, satanás, lucifer, luzbel, belcebú, son algunos de los casi 80 nombres que recibe el diablo o príncipe de las tinieblas, dependiendo de la cultura y del lugar del planeta donde se considere el antagonismo de la idea del mal frente a la idea del bien. En el mundo cristiano esa dicotomía se resume en los conceptos de la luz y la oscuridad, de lo permitido y lo prohibido, de lo virtuoso y lo pecaminoso, del cielo y del infierno, a donde iremos a parar, según nos comportemos. 

 

Lo más cristiano que existe es aquella máxima según la cual el que peca y reza empata, que precisamente sustenta la existencia de los carnavales, no siendo una coincidencia que todos ellos tengan ocurrencia durante La Cuaresma o antes de ella; por eso, muchos de los que se desenfrenan en los carnavales luego no tienen inconveniente en recogerse y hacer penitencia en Semana Santa, yendo en procesión, ya no bailando y cantando, sino rememorando el sufrimiento de la pasión de Cristo, para recuperar el favor divino.  Los que no van a los carnavales, repiten ese mismo ciclo, pero con mayor frecuencia, se condenan de lunes a sábado y se salvan el domingo, bien contritos, así sea en chanclas y en pantaloneta desde el atrio de la iglesia.  

 

Los que nunca han estado en el Carnaval de Riosucio porque, ajá, es la fiesta del Diablo, por puro prejuicio se han perdido de un evento que va más allá del jolgorio; así como dicen del Carnaval de Barranquilla, el que lo vive es el que lo goza; sólo se entiende si se está allá.  

 

Lo del Diablo, “su majestad El Diablo”, es una mera licencia, un símbolo, una expresión cultural de la libertad que los riosuceños se dan para disfrutar de la fiesta sin reparo, con total disposición y plenitud. Creo que le pidieron permiso al Diablo para divertirse, porque Dios, el bueno, no lo hubiera consentido. Y esa licencia se hizo costumbre, hace ya más de 100 años, como una forma además de resolver los conflictos entre nativos y colonos, entre los de arriba y los de abajo, yendo y viniendo entre sus plazas, la de San Sebastián y La Candelaria, al son de las chirimías, del frenesí de la danza y de los cuerpos, del bullicio que nos exorciza ese diablo que todos llevamos por dentro … y nos hace felices. 






 

miércoles, 4 de enero de 2023

Miscelánea - Cuando menos se esperaba, llegó la estrella

 



 Por James Cifuentes Maldonado 

El siguiente texto lo publiqué hace casi 2 años, para un amigo que, luego de mucho tiempo fuera, volvió a la ciudad, y vio la misma pobreza del Deportivo Pereira. La historia en 2022 dio el giro que ya conocemos, por eso me parece refrescante reeditarlo. 

 

77 años son un punto diminuto en el tiempo o toda una eternidad, según como lo queramos mirar; 77 años representan casi la mitad de la historia de Pereira desde su fundación; 77 años equivalen a un poco más del tiempo que le toma al cometa Halley dar la vuelta a su órbita para que en la tierra lo podamos ver; 77 años son un poco menos que los 82 que tenía “Chila” cuando murió. 

 

Chila, la hincha matecaña más emblemática, el símbolo de las esperanzas perdidas, que dio su último aliento justo antes de que el equipo tuviera su primer retorno a la A, momento que para algunos representa la alegría más grande que nos ha dado el Deportivo Pereira, que, comparada con los logros de los equipos de nuestras ciudades vecinas es una verdadera insignificancia, pero que, siendo tan poco, los que estuvimos en el estadio esa tarde del 19 de noviembre del año 2000 podemos atestiguar que jamás, los que seguimos y amamos nuestro futbol, sentimos algo igual; aunque suene tristemente exagerado, ese fue nuestro “Maracanazo” o nuestro “5-0”, nuestra única alegría de grandes proporciones y de histeria colectiva, a la que nos llevaron los jugadores de aquella época, de la mano de otro nuestro, quizás el más nuestro de los técnicos, Walter Aristizábal. Luego, cuando caímos nuevamente en 2012 y volvimos a retornar en 2019 ya nos dio igual, ya no sentimos nada. 

 

77 años representan casi 4 generaciones de pereiranos de nacimiento y adoptivos, que hemos venido esperando lo que tal vez no ha de llegar, una estrella, impulsados por el amor a esta tierra, por la pasión que nos despierta los colores de nuestra bandera, las notas del himno de la ciudad antes de cada partido, cada redoble de nuestro tambor y cada vuelta de nuestras camisetas entorchadas, en el frenesí de la tribuna.    

 

Y a los que se les hace imposible entender por qué, a pesar de 77 años de no ganar nada seguimos adelante y dispuestos a seguir saltando con más fuerza en las graderías, tenemos que decirles que ser hincha del Deportivo Pereira no es una cuestión de ganar o perder, ser hincha del Deportivo Pereira es una cuestión de SER, es algo que se lleva muy hondo, en el alma; es un sentimiento que ni siquiera morirá cuando muramos nosotros, porque pasarán otros 77 años y vendrán muchos Lobos y muchos hinchas más, que quizás dirán lo que hoy estamos  diciendo, pero a los que nadie les podrá quitar cada grito, cada brinco, cada pequeña alegría, esas que sólo nos han llegado  con cada gol, así al final no se hayan dado los resultados. 

 

No nos hablen entonces de La Mecha, Nacional, Madrid o Barcelona, eso no lo entendemos ni nos sabe a nada; nosotros solo entendemos y vivimos lo propio, lo que nos pertenece, el Deportivo Pereira que es nuestro, como es nuestro Libaré, el monumental Hernán Ramírez Villegas, el Bolívar Desnudo, cada mango de la plaza, el Viaducto, el Lago Uribe Uribe, la Catedral, el Parque Olaya, Ciudad Victoria, como es nuestra la gente que nació en esta tierra y los que llegaron a ella y jamás se fueron y que sólo pueden explicar el ser hincha del Deportivo Pereira, cerrando los ojos, con la emoción apretando por dentro.”