Por James Cifuentes Maldonado
La realidad superó las previsiones de la que en principio consideré era una medida más, sin mayor impacto. Si hoy nos damos una vuelta por las carreteras intermunicipales y las rutas y caminos rurales, encontramos una escena que jamás vimos ni en los mejores momentos del ciclismo, desde cuando se puso de moda, por las gestas de nuestros escarabajos; verdaderos enjambres de pedalistas en todas las variedades y presentaciones, ocupando el ancho de la calzada hasta llegar a convertirse en aglomeraciones y focos de riesgo sanitario, como los que se generan los fines de semanas en la vía al corregimiento de la Florida.
En la Florida, territorio de mayor vocación turística del municipio, hay sentimientos encontrados por parte de las autoridades y la comunidad, puesto que la afluencia de gente le viene bien a la reactivación económica, por el movimiento de los establecimientos de comercio, principalmente de comida, sin embargo no son indiferentes al compromiso que ello significa para la salud pública no solo de los lugareños sino de todos los visitantes que un solo día han llegado a contarse en más de 3000.
Cuando el confinamiento más severo pasó y se flexibilizó la práctica deportiva en espacios abiertos, yo pensé que habrían de volcarse a practicar ejercicio los que de manera regular lo han hecho en las vías activas; pero no, lo que observamos es una verdadera toma de la ciudad en la que de un momento a otro todos nos volvimos deportistas, exploradores del campo y fanáticos de la vida sana, donde es obvio concluir que ese inusitado espíritu deportivo no es más que la forma de escape que se nos hizo propicia sin violar la ley, ya que solo bastan un par de tenis y una cachucha o bajar la bicicleta que llevaba años colgada en el patio, para recobrar la libertad.
Lo delicado es que muchos no se han tomado el tema con seriedad y prácticamente se han lanzado a las calles a correr y pedalear sin contar con los más mínimos cuidados, lo que ha incrementado la ocurrencia de accidentes y quebrantos de salud, incluso fatales. A raíz del masivo uso de la bicicleta en la pandemia, las autoridades nacionales han revelado el repunte de la accidentalidad con una variación del 31% de enero a julio de 2020, respecto del mismo periodo en el año anterior, con un total de 246 ciclistas muertos, lo que es un claro llamado a cuidarnos del virus de la Covid-19, pero también del virus de la imprudencia.
No basta con saber montar bicicleta, hay que tener un mínimo de pericia y técnica para capotear los distintos terrenos y los vehículos en la vía; no es lo mismo darse una vuelta por la manzana que subir la variante Condina o bajar a la Virginia; si no se es precavido se pueden tener percances y hasta morir en el intento… pensémoslo.
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