Foto tomada de CONTRAINFO
Por James Cifuentes Maldonado
Si me tocara definir la expresión “sentido común”, sin acudir a Google, diría que es la capacidad que tenemos las personas de entender ciertas cuestiones de manera fácil, sin mayores requerimientos de información o de inteligencia; es la comprensión de algunos temas o la respuesta a ciertas preguntas que por su carácter primario cualquier individuo mínimamente preparado estaría en capacidad de dar, sin necesidad de sofisticados estudios o confusos razonamientos. Sin embargo, esa facultad que por naturaleza y por lógica debería prevalecer no es tan común, o por lo menos no hace parte del vademécum de nuestros dirigentes a la hora de aplicar los remedios a los males que nos aquejan, sin ser capaces de, entre dos flagelos, elegir el menos peor.
Entender los efectos de la oferta y la demanda no debería ser tan difícil, siendo de Perogrullo que en un contexto de gran presión y necesidad, a menor disponibilidad de un bien, producto o servicio, mayor será su precio, y viceversa, y eso se entiende de una con ejemplos como el petróleo, el café, el arroz, la leche o, para no ir muy lejos, lo que sucedió con el gel antibacterial y los tapabocas, en los inicios de la pandemia.
Llevamos casi medio siglo escuchando y viendo noticias sobre los éxitos y reveses de la estéril guerra contra el narcotráfico, siempre creciente y cada vez con menos sentido, que alguien por allá lejos declaró por nosotros y en la que los colombianos ponemos casi todo, el ingenio emprendedor, el producto y por supuesto la violencia y los muertos, todo, menos la capacidad de autodeterminarnos y acabarla, porque lo más absurdo de este asunto es que quienes en mayor medida impulsan el auge de la industria con el consumo de narcóticos nos imponen esa guerra y hasta nos dan plata para comprar armas, para que no paremos de matarnos, aunque la marihuana y la coca sigan fluyendo a borbotones en la clandestinidad, en beneficio de las estructuras mafiosas, de izquierda y de derecha, cada vez más ricas y más poderosas, contaminando la economía y desmoronando la institucionalidad.
Pregunta ¿el combate contra el comercio ilícito de alucinógenos durante más de 40 años ha mostrado resultados que en suma puedan anticipar que algún día el Estado impondrá su ley, que ya nadie los consumirá y que nadie los venderá? Absolutamente NO. Nada hace pensar que eso vaya a suceder.
Mientras tanto los positivos que dan las autoridades, las capturas y las bajas, las incautaciones, las pequeñas y aun las grandes, seguirán siendo minúsculos esfuerzos de algunos hombres y mujeres valerosos y honestos, que cuando más servirán para ganar ascensos y crecer en popularidad, pero que jamás harán la diferencia, no dejarán de ser meras gotas en el océano de corrupción y criminalidad que propician las rentas ilícitas, como alguna vez lo fueron el juego, el tabaco y el alcohol, vicios que hoy hacen viable el presupuesto de los departamentos.
Enlace de interés:
https://www.contrainfo.com/13537/la-guerra-contra-el-narcotrafico-no-es-contra-el-narcotrafico-parte-2/
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