miércoles, 11 de diciembre de 2019

Miscelánea 11/12/2019




Por James Cifuentes M.

Vía Whatsapp recibí un audio en el que se invita a dar la firma para el proyecto de referendo con el que se pretende recortar el congreso, unificar las altas cortes y reducir la Justicia Especial para la Paz a una simple sala o apéndice de la Corte Suprema de Justicia. Al respecto tengo que decir que se trata de esas iniciativas muy de moda en redes sociales, impulsadas por un sector cercano al autoritarismo, que le gusta la fuercita y que le hablen grueso; esas propuestas que impactan por efectistas y por obvias, pero que no corresponden a nuestra idiosincrasia .

Acaso ¿quién no quisiera tener un aparato legislador eficiente, con el tamaño ideal que nos represente a todos, sin intereses particulares y sin corrupción? ¿Quién no quisiera una justicia pronta e imparcial? ¿Quién no quisiera que Colombia viviera en paz, sin que esa paz signifique la solución para unos y el agravio de otros que no aceptan ninguna forma de reconciliación que no sea la utopía de cero impunidad?

Todos queremos lo mismo, sin duda; la cuestión es cómo; si lo hacemos por la vía de la imposición o del consenso, en un país que sobradamente ha demostrado tener dos tipos de visiones, la del SI y la de NO, que se proyecta en todas nuestras cuestiones como nación. La mitad de Colombia quiere perdonar y la otra no; la mitad defiende las libertades individuales y las nuevas realidades y la otra se empeña en un modelo de Estado que impone su propio concepto de familia; la mitad quiere marchar porque se cansó de esperar, sin eco a sus reclamos y la otra se opone porque está cómoda en su imaginario de país, con la alacena llena y la cuenta en verde.

Bajo la premisa de evitar que el país se vaya a un extremo ideológico, algunos quieren lanzarnos al extremo contrario, pasando por alto que ambas posturas son radicales y perniciosas. Las instituciones no se mejoran desmontándolas, sino educando a la gente para que las reconozca en su verdadera dimensión.

Una pena que un excelente comunicador como Herbin Hoyos, el promotor del citado referendo, después del magnífico trabajo que hizo en la radio, en los peores tiempos de la violencia guerrillera, se haya empeñado en seguir exprimiendo el conflicto para sus propios intereses, invitando a la polarización y despreciando las oportunidades de la paz.

Es aberrante el argumento maniqueo de que hay que “salvar” a Colombia, repitiéndolo una y otra vez, sin explicar fundadamente de qué es que la tenemos que salvar, si no es de nuestra propia mezquindad.

Sí, es un hecho, Colombia está partida en dos, pero el mundo también, incluso el universo, dentro del cual todo se mueve por el impulso de fuerzas contrarias, como en el ying y el yang, que suelen chocar pero de cuya armonización surge el equilibrio y por lo tanto el progreso. Es cuestión de reconocernos y ponernos de acuerdo.

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