Por
James Cifuentes Maldonado
"Si
no les gusta la palabra matar, va a tocar inventar otra".
Con
todo y lo que me fastidia hacerle eco a personajes como María Fernanda Cabal,
pero hablando con franqueza, deberíamos reconocer que esta despelucada señora
no está diciendo nada que no sea verdad, que no corresponda a lo que nos ha
mostrado este mundo crudo y despiadado de la guerra; no es nada diferente de lo
que ya hemos visto del proceder de los actores de la violencia; tanto de la
violencia que se produce por los subversivos como de la que proviene del
ejército regular, que al final son iguales, porque producen el mismo daño y el
mismo dolor; porque al final todos los que mueren o quedan mutilados en su
cuerpo y en su alma son Colombianos, en su mayoría humildes.
Lo
que en realidad nos debería molestar de esta señora, es el tono y la
determinación con los que dice sus verdades, su visceralidad, su odio, y su
indolencia, que muestran hasta donde está dispuesta a llegar para defender sus
ideales, que no son más que la suma de sus privilegios y el temor de compartirlos o de perderlos.
A
mí me hartan los discursos de clase, pero no podemos ocultarlo, en este país,
aunque muchos vivan confundidos o se hagan los pendejos, el conflicto subsiste
por la inmensa brecha que existe entre los que están arriba y los que están
abajo; porque somos un país catastróficamente desigual; sin hablar de la
cultura mafiosa de la que nos solazamos en nuestras novelas y es la mayor
fuente de corrupción.
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