martes, 27 de septiembre de 2016

20 razones para decir SI.






Por James Cifuentes Maldonado

Yo votaré  - SI – en el plebiscito:

1.    Porque los gobiernos anteriores, y el presente, hicieron una gran ofensiva  militar que, aunque no logró la desaparición de la guerrilla, si la diezmó y  la llevó al escenario de la negociación efectiva, lo que nunca antes había pasado.

2.    Porque, en este contexto, el enfoque de la paz a través de la fuerza y la represión está agotado.

3.    Aunque los actos de guerra y los miles de crímenes cometidos por la guerrilla son injustificables, es innegable que existe un reclamo social vigente, derivado de la gran desigualdad que hay en Colombia y por la ausencia del Estado en grandes zonas de la geografía nacional.

4.    Porque gran parte de los delitos y atropellos ocurridos en el conflicto también provinieron de las fuerzas regulares y de grupos ilegales (paramilitares) que no fueron suficientemente combatidos.

5.    Porque el ideal de “total justicia” y de “cero impunidad” es irrealizable como condición para lograr la paz en un proceso de negociación.  Negociar necesariamente implica ceder, para poder detener la espiral de violencia.

6.    Porque la paz no se puede concebir sobre la idea de la aniquilación; lograda de esa manera jamás será estable ni duradera.

7.    Porque desmovilizar un grupo numeroso e histórico como las Farc es muy significativo en la construcción  de un país más tranquilo.

8.    Que las Farc desaparezcan del escenario militar y cambien su estrategia por la acción política es muy importante e impulsa gestos de paz de otros actores de la violencia.

9.    Porque el conflicto no puede eternizarse y hay que hacer algo diferente para que nuestros hijos y nietos puedan tener el país tranquilo que nosotros no tuvimos.

Aunque yo pudiera estar conforme con la realidad presente, es mi obligación ayudar a  plantar las bases para construir un país mejor para las nuevas generaciones.

10. Porque los acuerdos con las Farc ofrecen oportunidades de inversión social y desarrollo del campo.


11. Porque un clima de paz proyecta una mejor imagen del país, estimula el turismo interno y la visita de extranjeros. Además de nuevas oportunidades de inversión.

12. Porque los acuerdos de la Habana han resultado de un proceso juicioso y serio; porque el Gobierno en esto se ha gastado su tiempo y no ha improvisado, a pesar de las inmensas complejidades que tenía sentarse a  negociar con un grupo tan radical como las Farc.

13. En general hay que votar – SI -  porque es mucho lo que tenemos para ganar, porque ya hemos probado 50 años de confrontación y porque perder más no se puede.

14. No desaprovechemos esta oportunidad y no le creamos a los oportunistas que ven el – NO – como una mera posibilidad de reencaucharse para retomar el poder, para que sigamos en las mismas.

15. El argumento de que lo acordado con la guerrilla socava la institucionalidad  es engañoso, porque la expresión popular a través del voto es suficiente para que una nación entera valide o rechace una negociación como la que acaba  de firmarse, y precisamente para eso es el plebiscito.

16. Aun sin plebiscito lo pactado en la Habana es legitimo porque la búsqueda de la paz es un deber constitucional que tiene el presidente y Juan Manuel Santos precisamente salió elegido  por esa iniciativa.

17. Votaré   - SI – porque las verdadera víctimas, los que han sufrido la violencia y el desarraigo en carne propia, están dispuestas a hacerlo y no veo entonces porque yo no.  

18. Votaré  - SI -  porque  el país también tiene un compromiso con la comunidad internacional y especialmente con los países que han apoyado el proceso.

19. Votar – NO – también es una opción legítima, que se hace valiosa si está sustentada en buenas razones, y no solamente en el odio o en el deseo de venganza como principal argumento.   Si el próximo 2 de octubre llegara a ganar el – NO -  la responsabilidad de sus promotores frente al país sería inmensa. 

20. Votar  - SI -  es un derecho de las personas de buena voluntad y que no han perdido la capacidad de soñar un país mejor.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Lo que dice la señora




Por James Cifuentes Maldonado


"Si no les gusta la palabra matar, va a tocar inventar otra".

Con todo y lo que me fastidia hacerle eco a personajes como María Fernanda Cabal, pero hablando con franqueza, deberíamos reconocer que esta despelucada señora no está diciendo nada que no sea verdad, que no corresponda a lo que nos ha mostrado este mundo crudo y despiadado de la guerra; no es nada diferente de lo que ya hemos visto del proceder de los actores de la violencia; tanto de la violencia que se produce por los subversivos como de la que proviene del ejército regular, que al final son iguales, porque producen el mismo daño y el mismo dolor; porque al final todos los que mueren o quedan mutilados en su cuerpo y en su alma son Colombianos, en su mayoría humildes.

Lo que en realidad nos debería molestar de esta señora, es el tono y la determinación con los que dice sus verdades, su visceralidad, su odio, y su indolencia, que muestran hasta donde está dispuesta a llegar para defender sus ideales, que no son más que la suma de sus privilegios y el temor de  compartirlos o de perderlos.

A mí me hartan los discursos de clase, pero no podemos ocultarlo, en este país, aunque muchos vivan confundidos o se hagan los pendejos, el conflicto subsiste por la inmensa brecha que existe entre los que están arriba y los que están abajo; porque somos un país catastróficamente desigual; sin hablar de la cultura mafiosa de la que nos solazamos en nuestras novelas y es la mayor fuente de corrupción.

martes, 13 de septiembre de 2016

Lo que se ve no se pregunta


Por James Cifuentes Maldonado


Un grupo de ciudadanos instauró una acción de tutela por la pregunta del plebiscito sobre los acuerdos entre el Gobierno y las Farc: “¿Apoya usted el acuerdo final para terminar el conflicto y construir una paz estable y duradera?”.

Defendiendo sus razones en un medio radial, uno de esos ciudadanos comenzó diciendo: “lo concertado en la Habana es un acuerdo político”; en ese momento yo cambié de emisora, porque con esas palabras se cerró de entrada toda discusión, y me quedé sin entender entonces el sentido de haber presentado la demanda judicial, porque efectivamente las connotaciones del plebiscito no son normativas y, como lo ha dicho la Corte Constitucional, los resultados serán vinculantes exclusivamente para el Presidente, quien dentro de su autonomía decidió convocarlo.

Por su naturaleza jurídica y por las circunstancias de la actual coyuntura, el plebiscito es un mecanismo mediante el cual el presidente Juan Manuel Santos se juega su capital político y su popularidad en un intento por conseguir que su iniciativa hacia la paz sea respaldada por el electorado, para afianzar su legitimidad y seguir adelante con la implementación de lo acordado que, dicho sea de paso, deberá hacerse mediante el trámite legislativo en el Congreso, con todo el rigor y las implicaciones democráticas que ello conlleva.

Por la simpleza que dispuso la Corte para la formulación de la pregunta, al Presidente le quedó un gran margen de maniobra. Al final, más allá de la semántica, la gramática y la sintaxis, lo realmente relevante serán los números que arrojen los comicios del 2 de octubre, en términos de cuántos digan NO, cuántos digan SI y cuántos se abstengan, frente a los acuerdos con las Farc, porque, como ya se ha dicho hasta el cansancio, la paz es un duro camino y no es un estado de la sociedad que pueda imponerse por decreto.

Demandar la pregunta del plebiscito por las connotaciones políticas o los intereses del presidente Santos es un contrasentido y jurídicamente resulta inocuo, no aporta nada al debate, salvo por el protagonismo de los demandantes y la exposición mediática de quienes legítimamente se le atraviesan a las iniciativas del gobierno, lo cual se explica precisamente en que ellos representan una posición política contraria, de clara aspiración al poder, y no necesariamente porque estén preocupados, en mayor o menor grado, por la justicia, por las víctimas del conflicto o porque se reduzcan los niveles de violencia en Colombia.

Sobre la redacción de la pregunta del plebiscito, su orientación política y la obvia inducción hacia el SI, cabe la respuesta que sabiamente le dio el finado Juan Gabriel a los periodistas que constantemente lo azuzaban sobre su condición sexual: “lo que se ve no se pregunta”.

Es natural que el Presidente aproveche todo cuanto puede para que su iniciativa no fracase, ni tonto que fuera; con toda seguridad, sus aguerridos e indignados opositores procederían igual o peor, si estuvieran en la misma posición, que no lo están, y ese es el trasfondo del asunto.