Por James Cifuentes Maldonado
Creo que un análisis de la contrariedad de este tema de los que yo llamaría “los decretos de caucho”, para contrarrestar el embate del coronavirus por estos días, puede ser el siguiente:
Los decretos del gobernador de Risaralda y del
alcalde de Pereira fijan restricciones, “pico y cédula” y - toque de queda - , en los
horarios y condiciones ya conocidos; seguidamente indican que ambas medidas
quedan afectadas o inmersas en las excepciones del decreto nacional 1076, lo
cual, en apariencia, es un contrasentido porque en efecto se trata de 46
excepciones, sin embargo hay que anotar que la mayor parte de esas excepciones
tienen que ver con la prestación de servicios y el desarrollo de actividades y
funciones, y no propiamente con el mero derecho de circulación. En este
contexto, en principio, las personas que no ejerzan ninguna de esas actividades
y funciones, entendidas la mayoría desde la perspectiva de la operación, la
provisión o prestación al público (no del consumidor), nada tienen que hacer en
la calle en los momentos de restricción. Ahora, el caso de las actividades
físicas, la entrada a Ukumarí, a los restaurantes y a los hoteles, constituyen
excepciones que no tiene que ver con esa operación, prestación o provisión,
porque están del otro lado en la órbita del consumo.
Por eso, aunque parezca un tanto
complejo, las restricciones sí existen y cuando decimos que aplican las
excepciones del 1076 hay que entender que la mayor parte de esas 46 excepciones
están dadas desde la perspectiva de la operación de funciones y la prestación de
bienes y servicios y no tanto del consumo; Ahora, no es menos es cierto que
esta tesis se desploma cuando damos alcance a una sola de las excepciones del
decreto 1076, la fijada en el numeral 2, que de manera general e infinita dice
“adquisición y pago de bienes y servicios”, lo que dejaría toda
la discusión en cero, porque esa sola causal legitima y pone a toda la gente en
la calle; en otras palabras, en la forma en que fueron dispuestos los últimos
decretos, cualquier desocupado que sea sorprendido en la calle cuando no le
corresponde, simplemente se excusa y se libra de sanciones diciendo que iba
para la tienda a comprar un confite, un cigarrillo o un plátano.
Lo anterior nos deja en el único
escenario viable y eficaz de control frente a la pandemia: el buen juicio, la
disciplina y la autorregulación, y esas son virtudes no muy populares por estos
lados.
Saludos a todos.
Me encantó.
ResponderEliminarAsí es doctor excelente artículo
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