sábado, 9 de enero de 2021

LOS DECRETOS DE CAUCHO Y LAS TRES VUELTAS DEL PERRO 🐕


 Por James Cifuentes Maldonado

Creo que un análisis de la contrariedad de este tema de los que yo llamaría “los decretos de caucho”, para contrarrestar el embate del coronavirus por estos días, puede ser el siguiente:

Los decretos del gobernador de Risaralda y del alcalde de Pereira fijan restricciones, “pico y cédula” y - toque de queda - , en los horarios y condiciones ya conocidos; seguidamente indican que ambas medidas quedan afectadas o inmersas en las excepciones del decreto nacional 1076, lo cual, en apariencia, es un contrasentido porque en efecto se trata de 46 excepciones, sin embargo hay que anotar que la mayor parte de esas excepciones tienen que ver con la prestación de servicios y el desarrollo de actividades y funciones, y no propiamente con el mero derecho de circulación. En este contexto, en principio, las personas que no ejerzan ninguna de esas actividades y funciones, entendidas la mayoría desde la perspectiva de la operación, la provisión o prestación al público (no del consumidor), nada tienen que hacer en la calle en los momentos de restricción. Ahora, el caso de las actividades físicas, la entrada a Ukumarí, a los restaurantes y a los hoteles, constituyen excepciones que no tiene que ver con esa operación, prestación o provisión, porque están del otro lado en la órbita del consumo.

Por eso, aunque parezca un tanto complejo, las restricciones sí existen y cuando decimos que aplican las excepciones del 1076 hay que entender que la mayor parte de esas 46 excepciones están dadas desde la perspectiva de la operación de funciones y la prestación de bienes y servicios y no tanto del consumo; Ahora, no es menos es cierto que esta tesis se desploma cuando damos alcance a una sola de las excepciones del decreto 1076, la fijada en el numeral 2, que de manera general e infinita dice “adquisición y pago de bienes y servicios”, lo que dejaría toda la discusión en cero, porque esa sola causal legitima y pone a toda la gente en la calle; en otras palabras, en la forma en que fueron dispuestos los últimos decretos, cualquier desocupado que sea sorprendido en la calle cuando no le corresponde, simplemente se excusa y se libra de sanciones diciendo que iba para la tienda a comprar un confite, un cigarrillo o un plátano.

Lo anterior nos deja en el único escenario viable y eficaz de control frente a la pandemia: el buen juicio, la disciplina y la autorregulación, y esas son virtudes no muy populares por estos lados.

 

Saludos a todos.

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