jueves, 25 de junio de 2020

Miscelánea - No me acostumbro

 Por James Cifuentes Maldonado


Hay cosas que por más que correspondan a nuestra cultura a nuestra idiosincrasia, analizadas desde el más elemental sentido común, jamás podrán aceptarse o verse como normales, cosas a las que uno nunca se acostumbra.

No me acostumbro a la estupidez, y, perdónenme, pero no veo como más calificar las escenas del pasado viernes del tristemente célebre “Día sin IVA”, de personas agolpadas en la entrada de Alkosto y otras grandes superficies; me pareció de lo más absurdo y surrealista que, mientras el mundo entero lucha por sobrevivir frente a la pandemia con medidas duras como el aislamiento, mientras los países y las economías se desfondan por la amenaza del contagio y mientras miles de hogares cuelgan el trapo rojo en las fachadas de sus casas, otros miles de irresponsables se arriesguen a hacer filas y montoneras, seguramente para comprar elementos que no son de primera necesidad.

Bien complicada la tuvo, en sus declaraciones a la radio por lo sucedido, el presidente de FENALCO, quien muy diplomáticamente, en favor de los comerciantes, reconoció que efectivamente quedaban muchas lecciones aprendidas, pero que no todo era malo porque se dinamizó la economía; pero, se pregunta uno a qué costo y en beneficio de quién hubo tal dinamismo, si el Estado renunció a percibir un billón de pesos por concepto de impuestos, con cuya redistribución se apalancan los programas sociales de los más pobres y, para colmo de males, la mayor parte de los bienes que se vendieron en el pandemónium del Día sin IVA fueron dispositivos móviles, computadores y electrodomésticos, en su mayoría importados, con lo que eso significa para la mano de obra nacional. 

¿Día sin IVA? Sí, pero privilegiando los canales electrónicos y generando las medidas que pongan en cabeza de los comerciantes parte de la responsabilidad y que  no termine siendo que las autoridades deban lidiar solas con la situación salida de madre, como sucedió en Cali y de alguna forma aquí en Pereira.

PDTA. No me acostumbro a los conductores de carro que transitan por las vías rurales de nuestro municipio y cuando se encuentran con un ciclista o grupo de ciclistas no tienen la cortesía ni la más mínima consideración de seguridad disminuyendo o incluso deteniendo su vehículo; eso no les cuesta nada y por el contrario significa un gran gesto de respeto y de civilidad. Yo, que transito con alguna frecuencia las veredas de Pereira en mi bicicleta de montaña, sé lo bien que se siente y la sorpresa que es compartir la vía con un conductor amable y lo frustrante que es dar con unos energúmenos al volante que en vez de considerar y proteger tiran el carro y obligan a que prácticamente el ciclista o el caminante se vayan a la cuneta, para que ellos pasen.

jueves, 18 de junio de 2020

La nueva televisión

Por James Cifuentes Maldonado

 Actualmente existe una inmensa oferta, yo diría una avalancha imposible de consumir, de contenidos audiovisuales propiciada por las plataformas tecnológicas, en lo que se conoce como OTT, que se traduce como Over-the-top media services, según su sigla en inglés, y que, de acuerdo con Wikipedia, consiste en la transmisión de audiovisuales a través de Internet, sin la implicación de los operadores tradicionales en el control o la distribución del contenido. Con dichas plataformas tenemos entonces la posibilidad de acceder a radio, música, video, películas, series, documentales, etc., lo que nos lleva a concluir que en materia de servicios públicos el de internet ya no es una cosa suntuaria sino de primerísima necesidad, tan importante, y a veces más, que el tubo del agua.

En este escenario, hoy perfectamente podríamos prescindir del servicio tradicional de televisión o televisión en línea, que frente a las posibilidades que ofrecen operadores disruptivos como NETFLIX, Amazon, HBO y otros, resulta francamente obsoleto, tanto por las limitaciones en la reproducción de los contenidos, solo en tiempo real, como por la variedad y calidad de los mismos. De hecho ya no hay grandes producciones de televisión porque la industria se ha especializado en desarrollarlas y acapararlas para las plataformas que hoy dominan el mercado a través de internet, con referentes de insuperable calidad que han llevado el entretenimiento a otro nivel, como Breaking Bad, Game of Trones, Black Mirror, Vinkingos, 13 Reasons Why, Downton Abbey, Mr. Robot, y el reciente fenómeno de la Casa de Papel. 

Como podrán notar, he relacionado algunos títulos, que son apenas una muestra de todo lo que se puede ver por internet, en todas las temáticas, desde historia, dramas épicos, romance y comedia, hasta ficción y futurismo, a través diversos proveedores y planes, ya muy accesibles que, salvo por los noticieros, nos hacen olvidar la necesidad de ver televisión, y han convertido las salas de cine en un plan romántico, una mera excusa para salir de casa, comer crispetas y perros calientes.

En el puente que acaba de pasar, con algunas dudas, decidí darle clic al documental “Asquerosamente rico”, transmitido por NETFLIX, basado en hechos reales de la vida de Jeffrey Epstein, un magnate financiero e inmobiliario de Estados Unidos, que construyó todo un imperio para ponerlo al servicio de sus más oscuras perversiones. El documental crudamente habla de pedofilia y de abusos sexuales a mujeres vulnerables, pero, por duro que parezca, eso no es lo nuevo; aquí lo novedoso es enterarse cómo las instituciones y las justicia de todo un país se rindieron ante el dinero y el poder de una sola persona, que al final se salió con la suya. Recomendado, pero con cuidado, porque es un contenido fuerte, que hace perder la fe en la especie humana.