martes, 29 de octubre de 2019

Miscelánea 30-10-2019


Por James Cifuentes M.


La agitada campaña que acaba de concluir generó desgaste en la opinión pública y unas ganas tremendas de cambiar de tema, máxime cuando ya huele a marrano, natilla y buñuelos; sin embargo, apelo a la paciencia de los lectores, para hacer la apreciación de lo sucedido el pasado domingo en nuestra comarca.

Nuevamente el gran ganador de los comicios ha sido la apatía de las personas que no votan, que ni siquiera inscriben su cédula y viven de espalda a la democracia, fenómeno que nunca acabaré de entender. La mayoría de los abstencionistas anteponen como motivo el desprestigio de los políticos, pasando por alto que con su indiferencia facilitan la continuidad de los malos dirigentes.

Sorprendente pero grato, lo logrado por Alejandro García, un joven quien, sin mayores recursos y sin las maquinarias tradicionales, conquistó el gusto de más de 27 mil almas que se apartaron de la polaridad que invitaba a tomar partido entre los que punteaban en las encuestas. Resulta refrescante que emerjan expresiones como esta, que uno siente genuinas y sobre todo libres. Ojalá que Alejandro administre en buena forma el capital de opinión obtenido y, a futuro, se consolide como opción para la ciudad.

Comparados con los 126 mil votos de su antecesor, los 60 mil del alcalde electo, Carlos Maya, parecieran poco, pero no nos engañemos, es una votación inmensa, lograda en circunstancias muy diferentes a las de 2015, cuando prácticamente hubo unanimidad en el respaldo al proyecto del Cambio; hoy el Cambio es una realidad, por lo hecho por Juan Pablo Gallo y ha fijado un nuevo estilo de actuar, con unos mínimos con los que debe contar quien en lo sucesivo aspire a  regir los destinos de Pereira.

Mauricio Salazar, si no cambia de parecer, será el flamante concejal de los 55 mil votos, que le confieren gran responsabilidad y protagonismo en la conducción de la ciudad en los próximos 4 años. Semejante resultado indica que ese candidato tenía todo para conseguir la victoria; hizo una campaña larga, con promesas sensibles y azucaradas, pero equivocó el camino al permitir que su equipo se empeñara en una estrategia basada en el ataque y en la destrucción de su principal competidor; ahí queda una lección aprendida; la gente se mamó de eso.

Con alegría recibo el remezón en el Concejo Municipal, con la llegada de nuevas figuras como Camilo Montoya, Joan Manuel Ríos, Daniel Zuluaga, Edwin Quintero, Jaqueline Fernandes y Anderson Gutiérrez.

Por mi casa, como dicen los futbolistas, “estamos felices”.

martes, 22 de octubre de 2019

Miscelánea 23/10/2019

Por James Cifuentes M.

Los resultados de algunas encuestas, de cara a las elecciones regionales y locales, dejan en evidencia extrañas inconsistencias y dan lugar a un profundo reproche ético para los que utilizan dicha herramienta a su amaño, porque definitivamente aquí alguien ha mentido, asaltando la buena fe de la ciudadanía, cuya intención se ve manoseada y su voluntad distorsionada, lo que conlleva a insistir en que cada ciudadano debe hacer el ejercicio de informarse sobre las propuestas de los candidatos, para estimar su razonabilidad.
Ignoramos cuál es el rol de un concejal o un diputado; qué es eso de la coadministración y el control político; desconocemos cuál es el trámite de un proyecto de ordenanza departamental o de un acuerdo municipal; no estamos al tanto de la productividad normativa en la Asamblea y en los Concejos y no conocemos los méritos de quien aspira a ser alcalde o gobernador. Damos por sentado que los políticos solo existen para palanquear puestos, hacer vueltas y repartir contratos y creemos que en eso es que consiste el liderazgo.
Me surgen entonces varias preguntas: ¿Por qué votamos? ¿Nuestro voto es libre? ¿En verdad escogemos al que más nos convence, con menos carreta y más argumentos?; Frente a los ríos de leche y miel anunciados, las obras prometidas y la solución de problemas históricos y sistémicos como el desempleo, la miseria, el narcotráfico, el consumo de drogas y la invasión del espacio público, nos llegamos a cuestionar ¿cómo es que estos magos van a hacer todo eso en 4 años? ¿Cómo, si los anteriores gobernantes no pudieron?
Algunos van por ahí recitando lo que la gente quiere oír, jugando con sus emociones, invocando artificiosamente a Dios y a la Familia, cargando niños y acariciando perros; vendiendo el humo de unas soluciones que no son capaces de explicar; se proclaman independientes, cuando sabemos que su independencia es retórica y una garantía de ingobernabilidad; deploran las obras, cuando sin infraestructura una ciudad no es competitiva, no progresa y lo social, más que una inversión, es un barril sin fondo.
El único consenso que parece haber en los tintiaderos es que la contienda está muy dura, o por lo menos así nos lo han querido hacer ver. Una amiga bien informada me dijo: “aquí no ha pasado nada, me preocupan esta última semana y las bases”; lo que me han querido decir es que, en la víspera de las elecciones, es cuando suelen hacer su negocio algunos dirigentes, que escuchan propuestas, para vender sus electores al mejor postor.

miércoles, 16 de octubre de 2019

Miscelánea



Por James Cifuentes M.
Cuando nos levantamos en la mañana el desayuno suele estar servido, al medio día la casa arreglada; para el almuerzo y la cena, simplemente nos llaman y acudimos a la mesa, para que nos atiendan, sabiendo que alguien previamente puso la plata, alguien hizo la compra y alguien cocinó, aunque no nos preguntemos cómo fue posible.
Diariamente, en nuestro entorno doméstico, alguien toma decisiones por nosotros, como qué comer o qué beber, si se arregla o no la llave del baño que se dañó, si se cambia de automóvil o si se compra una licuadora nueva, si nos endeudamos más o si gastamos menos. Así mismo, en el devenir  de las cosas públicas, todo se hace y alguien lo hace; bien, regular o mal, en mayor o menor medida, pero se hace; así a nosotros no nos importe o no sepamos cómo ni quién ha sido el responsable; alguien tiene la atribución para actuar por nosotros, incluso sin que hayamos intervenido en su elección.
Alguien barre las calles o las deja sucias; alguien controla el espacio público o permite su invasión; alguien le paga a los profesores o se olvida de ellos; alguien contrata los médicos del puesto de salud o los despide; alguien mantiene el coliseo o deja que se caiga; alguien dirige el tráfico o lo entorpece; alguien impone las multas y alguien las cobra; alguien nos da seguridad o nos atropella; alguien condena a los delincuentes o los deja libres; alguien nos incluye o alguien nos ignora.
En algún lugar, alguien hace bien su trabajo o simplemente firma y cobra; alguien decreta los impuestos y alguien se los roba; alguien invierte bien los recursos públicos y alguien los derrocha; alguien cumple la ley y la hace cumplir y alguien se hace el de la vista gorda.
Tanto en la casa como en la vida del Estado, en sus distintas manifestaciones, en el barrio, en la comuna, en el municipio, en el departamento o en la nación, que igual son nuestras casas, solo que mucho más grandes, más complejas y tal vez más desorganizadas, alguien administra o lo deja de hacer, y eso necesariamente nos afecta.
Cuando mis conciudadanos dicen que no votan, que no les interesa, que no les importan las elecciones, porque eso no sirve para nada, a mí me dan ganas de reír y de llorar, y no sé dimensionar si dicen semejante barbaridad por frustración o por mera ignorancia; me late que puede ser más por lo segundo, porque para percibir si las cosas van bien o van mal, para entender y ejercer la democracia, hay que estar mínimamente educados e informados... y comprometidos.