viernes, 20 de abril de 2018

ASI TAMPOCO ES.

 

James Cifuentes Maldonado


Yo repruebo la delincuencia por principio y porque la he sufrido. No tolero que a ningún ciudadano lo lesionen en su patrimonio o en su integridad física y menos que le arrebaten la vida por un celular, una bicicleta o un fajo de billetes. Pero también por principio soy incapaz de tomar la justicia por propia mano y lamento que otros lo hagan. Por terrible que sea el daño causado, la ira y la venganza no nos pueden cegar tanto que nos ponga en el mismo nivel de los malos. 

Hoy he visto impactantes escenas de un grupo de ciclistas aleccionando con violencia a un individuo que al parecer pretendió robarlos; golpearon su cuerpo en el suelo y pisotearon los dedos de sus manos con el metal de sus zapatillas, mientras el hombre decía no más; 

Y puede que la indignación de los afectados sea natural, pero lo que no es razonable es que eso no tenga límites y se conviertan en una gavilla de verdugos. No nos corresponde hacer justicia y mucho menos torturando. El ojo por ojo y el diente por diente nos rebaja como seres humanos, nos regresa 5000 mil años en la historia y nos desdibuja como civilización.

jueves, 19 de abril de 2018

ASI NO ES



James Cifuentes Maldonado

Por mi origen, por mi educación, por mis convicciones y por la lectura que tengo del país, declaro que soy un demócrata cercano a las ideas de izquierda, entendida la izquierda como la visión de cambio que nos lleve a una Colombia más justa, por las vías institucionales.

Por tanto, debo decir que no comparto la forma de actuar y sobre todo de comunicar que aún mantienen algunos líderes que se dicen progresistas, que hablan en un tono y con una actitud como si aún estuviéramos en la década del 70.

La guerra fría ya pasó y con ella las utopías comunistas; la revolución por la vía de las armas ya no es una opción y 60 años de violencia en Colombia así lo confirman.

No nos queda más que la democracia, elegir y ser elegidos; el debate no lo gana el que hable más duro o el que utilice más adjetivos para descalificar al rival.

Lo cortés no quita lo valiente, nos tenemos que serenar y en eso tienen gran responsabilidad los candidatos que aspiran a la presidencia, pero también todos sus seguidores.

Deploro por igual los acontecimientos de intolerancia de Popayán, de Cúcuta y ayer de Manizales que frustraron un ejercicio civilizado de expresión política. Así no es. Tenemos que ser capaces de manifestarnos en forma decente para reclamar el derecho de ser escuchados.

La izquierda no es sinónimo de gaminería; las causas sociales también se pueden defender sin grosería. En nuestras mochilas solo podemos llevar libros y nunca ha estado bien que llevemos piedras.

domingo, 1 de abril de 2018

Amasando la democracia





Por James Cifuentes Maldonado


Antes de unas elecciones, la opinión pública, esa inmensa mayoría de ciudadanos que botan corriente y arreglan el país en las cafeterías, sumada a la minoría que efectivamente ejerce el voto, es como una masa sin criterio; las manos que estrujan esa masa y que le dan forma, son los largos tentáculos de los medios de comunicación, que van más allá del deber de informar, toman partido y, sin disimulo alguno, utilizan una poderosa herramienta, que yo imagino como un gran rodillo representado en las encuestas.

Todo empieza, tanteando el terreno, lanzando nombres, como elevando cometas para ver cuál llega más lejos; no es relevante si son reconocidos o no; precisamente las encuestas en muchos casos se hacen no tanto para consultar la percepción del público sino para inducirla y para visibilizar a los que alguien dijo.

Echados los nombres al vuelo, el rodillo mediático se pone en acción, yendo y viniendo todos los días a todas horas, permitiendo la excesiva exposición de los que “alguien dijo”, con entrevistas, notas de farándula o con lo que sea. En la radio y en la televisión los elegibles son abordados para hablar de su obra y milagros; con simpatía cuentan cómo se llaman sus mascotas y hasta hacen el ridículo cantando, para mostramos su faceta más humana.

Así se va amasando la democracia, muy intensamente, hasta que los nombres que al principio no decían nada, quedan puestos en órbita y prácticamente sembrados en el imaginario de la gente; así se construye, o mejor, se manipula la opinión pública, y utilizo precisamente el verbo manipular a propósito del escándalo de Facebook y Cambridge Analítica.

A medida que el rodillo mediático y las encuestas hacen su trabajo, los postulantes empiezan a inflarse, como la levadura en el pan, y de un momento a otro unos desconocidos se vuelven personajes de talla nacional, con mayor o menor favorabilidad, eso no importa, el hecho es que terminan convertidos en “firmes” candidatos, solo porque las encuestas lo dicen. La gente ya se refiere a ellos con propiedad, como si se conocieran bien, y luego los eligen, graduándolos de estadistas por el camino corto.

Pueda ser que Humberto de la Calle, el único presidenciable con carrera y quilates, se mantenga firme en su aspiración, no solo para dar cumplimiento a la ley y a la consulta que lo erigió como candidato, sino para que no ayude a dar ese entierro de quinta que le quieren dar al Partido Liberal, los congresistas que ya están ofreciendo sus votos al mejor postor.