miércoles, 13 de septiembre de 2023

Miscelánea - Animalismo o populismo animal

 


Por James Cifuentes Maldonado 

 

 

A tono, con la dinámica de la nueva sociedad de la información, donde todo es breve y liviano y la profundidad está envía de extinción, me permitiré los siguientes pasabocas.   

 

Me llama mucho la atención una valla ubicada en cierta avenida de cierta ciudad, en la cual un candidato a la alcaldía propone un hospital público para mascotas, y pongo de presente el tema ya que no es desconocido que la cría de perros y gatos se ha venido convirtiendo en una verdadera industria multimillonaria. Esta actividad, muy lucrativa, por cierto, constituye todo un Clúster, una cadena productiva, que concentra por ejemplo la cría misma de los animales, el alimento, el cuidado mensual, los servicios veterinarios y muchos otros gastos más que se salen de lo normal y terminan en la excentricidad y la extravagancia. 

 

La economía de los animales de compañía, impulsada por la conciencia cada vez más fuerte sobre los derechos de los animales y su activismo, a mi juicio está desbordada, al punto que incluso llegará a comprometer la tasa de natalidad humana, porque las nuevas generaciones ya no quieren tener hijos, solo “peluditos”.   

 

Y no es que yo esté en contra de atender bien a los animales; lo que quiero poner presente es que todo aquel que quiera tener una mascota debe saber de antemano todas las implicaciones y los costos; como dicen por ahí “el que tiene para el whisky tiene para el hielo”. Por eso, si uno tiene mascotas por gusto, que puede ser un verdadero lujo, no puede pensarse que, si el perrito o el gatico se enferma pues que entonces simplemente acudiremos a un hospital público, pagado por los impuestos de toda la ciudadanía, como sucedía con la gasolina que la subsidiaban hasta a los que no tenían carro ni moto.  

 

Me parece muy llamativa la propuesta del hospital público para perros y gatos, muy vendedora en tiempos electorales, pero pongámonos la mano, no en el corazón sino en el bolsillo y preguntémonos ¿se justifica? ¿tiene un fundamento técnico desde lo presupuestal y lo tributario? ¿es razonable?  Si estas preguntas no son resueltas, la propuesta puede convertirse en solo humo, en una estrategia muy poderosa, por toda la sensibilidad y la empatía que encierra, pero que quizás raye en la demagogia y en el populismo. 

*** 

Señores, los clubes más grandes del mundo incluido el Barcelona, el Real Madrid, el Manchester United, el Liverpool, todos tienen su curva de rendimiento y, tarde o temprano, esa curva tiende a caer; el Deportivo Pereira, guardadas las proporciones, no es la excepción, máxime cuando se trata de un equipo de resultados milagrosos, pues no de otra forma sigo viendo yo que hayamos sido campeones del Futbol Profesional Colombiano.  Eso es un logro pasado, que además nos llevó a hacer un papel decoroso en la Libertadores, pero, ya está, volvimos a ser los mismos, aunque no niego que la pena es mayor cuando el golpe de realidad nos lo ha dado el Once Caldas el pasado domingo en nuestro propio estadio.  Sin embargo, no exageremos; he escuchado a unos periodistas hablar de respeto por la casa y otras peroratas sobre la dignidad del equipo local, pero pamplinas, el fútbol es solo eso, se gana hoy y mañana se pierde, el espectáculo sigue y siempre habrá un partido y un clásico más.  

jueves, 7 de septiembre de 2023

Miscelánea - Pereira es una realidad, no hay que acabar con ella para ganar unas elecciones


  

Por James Cifuentes Maldonado  

  

En el fragor de la campaña por la alcaldía, algunos candidatos no tienen inconveniente en decir que Pereira está sumida en el abandono, que todo está patas arriba, que aquí no se ha hecho nada; fabrican tragedias inexistentes para vendernos esperanzas artificiales, con la complicidad de los medios de comunicación que no tienen problema en exagerar los adjetivos para titular una noticia sensacionalista.    

 

Pereira es como la tenemos, pero no siempre fue así; nuestra ciudad tiene una dinámica de desarrollo que naturalmente va mostrando sus carencias; en la medida en que crece, crecen también sus problemas y necesidades, los cuales se van atendiendo con lo que hay, por supuesto, en un modelo de estado ineficiente, a veces infame y corrupto que siempre llega tarde, con los recursos limitados, con el estilo y las prioridades del mandatario de turno y sin que todos puedan quedar a gusto.   

 

Mientras unos quieren mayor inversión social y tejido humano otros querrán más cemento e infraestructura; mientras unos reclaman mayor pie de fuerza y más calabozos, otros pedirán más educación; mientras unos demandan más cultura otros reclaman mejores servicios de salud; y así, nos vamos yendo cada 4 años, con problemas nuevos y problemas viejos, como el espacio público y la inseguridad. Damos tres pasos y a veces nos devolvemos uno, pero es innegable que avanzamos, eso es evidente; quienes viven en Pereira y han sido testigos de su palpitar en los últimos 50 años, saben de lo que estoy hablando.   

 

Las personas tenemos la tendencia a mostrarnos orgullosos de nuestro terruño y seguramente, aun en los rincones más humildes, siempre habrá alguien que diga que vive en el mejor vividero del mundo.  En esto tampoco podemos llamarnos a engaño ni dejar que el patriotismo nos gane.   

 

Escuché a una periodista comentar sobre la situación del Sector de Villa Santana, manifestando que se trata de una zona históricamente olvidada, abandonada, lo cual no es del todo cierto. Invito a los que no salen del Centro y de la Circunvalar para que se den un paseo por Villa Santana y se encuentren con una ciudad dentro de la ciudad, con toda la oferta institucional que se ha generado en los últimos 30 años.   

 

En lo que hoy es Villa Santana han tenido que ver todos los alcaldes, en mayor o menor medida, pero en todo caso, aunque haya nuevas necesidades o éstas sean diferentes, Villa Santana ya no es un barrizal ni una zona prohibida, es la otra cara de Pereira con sus migrantes, sus invasiones, sus conflictos sociales y de orden público, pero también con sus instituciones educativas, con su estación de policía, con sus planes de vivienda, con sus servicios públicos, con sus calles pavimentadas,  y más recientemente con su Megacable.   

 

Algo similar ha sucedido con Cuba, El Dorado, Galicia y muchos otros sectores que nacieron en la subnormalidad, que eran inviables y que ahora son toda una realidad en esta Pereira que crece y se adapta al presente y se asoma como ninguna otra al futuro de Colombia.   

 

Si somos o no el mejor vividero, cada quien juzgará, lo cierto es que no hay que acabar con lo que hay solo para ganar votos; hay que construir sobre lo construido. No podemos destrozar la ciudad en la disputa por su gobierno.