Por James Cifuentes Maldonado
El periodismo está en crisis, los medios de comunicación han perdido la brújula en el deber social de informar y han caído en la anarquía de las redes y el desespero por sobrevivir en ellas, pescando lectores incautos con base en titulares artificiosos y sugestivos, pero vacíos, sin sustancia, sobre hechos inciertos o especulativos, mejor dicho, meros chismes.
Luego del primer partido de la final del Fútbol Profesional Colombiano, jugado en Ibagué, un periódico paisa tituló: “Por fin se conoce cuál habría sido el insulto de David González a Morelos...” en alusión a un incidente de cruce de palabras entre el técnico del Tolima y el jugador de Atlético Nacional.
Sobre la noticia, que no fue noticia, ni revistió ningún valor periodístico o interés relevante para nadie, hay que señalar que, en cualquier texto que relata una situación o un hecho, cuando se dice "habría", quiere ello decir que en lo que se habla no hay certeza, que es una mera conjetura, en este caso, lanzada de manera provocadora y engañosa, para llamar la atención y lograr que los lectores hagan click, que caigan en la trampa de acceder a un contenido que finalmente no dice nada.
Hoy, prácticamente todos los medios, todos los portales y todas las redes se dedican a eso, no hay control y a nadie le importa. Claro que se trata de información, que va y viene en el metaverso digital y cada quien es libre de acceder a ella o no, eso se entiende, pero, el tema es que no deberíamos ser ajenos al cuestionamiento ético que se desprende de esa práctica que, aparentemente, está dirigida a distraer, pero que en el fondo está impulsada por motivos mercantilistas, un negocio en el cual los lectores son meros instrumentos, con fines de pauta publicitaria, de consumo y monetización.
Así se trate de temas frívolos o intrascendentes, un engaño es un engaño, es un fraude; exactamente igual a cuando la publicidad muestra una hamburguesa grande, jugosa y apetitosa y, cuando nos la sirven, resulta ser un pedacito de carne triste y pálido en medio de dos panes aplastados.
De otro lado, toca felicitar a los seguidores de Nacional por la estrella 18, fueron los mejores, aunque mi corazón estaba con Tolima y con David González, al que otra vez se les escapó la Liga. En esta Navidad el regalo que pido es que el Deportivo Pereira se mantenga y que los dueños logren revertir el desempeño irregular de la campaña 2024, para la salud mental y el gozo de todos los hinchas matecañas.
Adenda. Mi colega Ernesto Zuluaga escribió un delicioso texto la semana pasada titulado “Por qué el circo es necesario” en el que plantea el sentido y valor de las fiestas, para quienes viven en sociedad. Al respecto, me permito acotar que, si antes de la pandemia los festejos, la vida social, la rumba, y el compartir en escenarios familiares y de ciudad eran necesarios, luego de 2021 es un aspecto irrenunciable, no hay más; gozar y disfrutar, debe ser el primer punto de la agenda de todos, incluso de los gobernantes. Si el señor alcalde decide peatonalizar cada fin de semana las carreras 8ª y 7ª para que la gente camine y comparta, o si se le ocurre generar muestras culturales cada mes, desde La Circunvalar hasta la Calle del Encuentro, al estilo San Telmo en Buenos Aires, tiene mi total aprobación.