Por James Cifuentes Maldonado
No pudo idearse una mejor frase para llamar a la conciencia sobre lo que puede hacerse en el arranque de una gestión; “Cuánto amor se puede demostrar en 100 días”.
En
este mundo atravesado por el vértigo informativo, los noticieros quieren
medirlo todo, incluso lo que no se puede medir o no tiene mucho sentido. Así,
hemos llegado a la evaluación de los 100 días, cuando en ese corto tiempo quien
llega a comandar los destinos de un territorio a duras apenas si se alcanza a
acomodar, y mucho más cuando el relevo ha implicado un cambio sustancial de
liderazgo, de casa política y de equipo ejecutor, como ha sido el caso de la
Alcaldía de Pereira y de la Gobernación de Risaralda.
En
3 meses, en un giro de 180 grados, aunque los nuevos gobernantes empiezan a
armar su equipo desde antes del empalme, es sólo a partir de la posesión cuando
empieza a verse qué tan alto está el pasto y qué tan raspada quedó la olla. No
es casualidad que los frentes que más rápidamente se abordan, en cualquier
administración sean los relativos a la regulación de la vida ciudadana, tomar
las riendas de todo lo que hay que controlar y que con el pasar de las
administraciones, por las mismas dinámicas políticas y democráticas, se va
relajando.
En
relación con “esos mangos bajitos”, por ejemplo la convivencia, la vida
nocturna, el tráfico vehicular, el funcionamiento de los establecimientos de
comercio, el desarrollo constructivo, el uso del espacio público y, el más
sensible y más taquillero, la seguridad frente a la delincuencia que nunca está
de vacaciones, la alcaldía de Pereira ha logrado en este primer trimestre
trascender la efervescencia normal de los primeros días y se ha mantenido
decidida y consistente, con un alcalde que se ha puesto la 10 y se ha hecho
omnipresente, asumiendo directamente problemáticas como el de los habitantes de
calle y las invasiones a los bienes públicos. En esta labor ha contado con el
respaldo de un secretario de gobierno conocedor de la materia y, el principal
acierto, la retoma de la figura del alcalde nocturno que tanto nos quedó
gustando desde los tiempos de Martha Elena.
Pero
seamos sinceros, lo grueso, lo relevante, lo que cambia la historia de un
territorio, inicia en el segundo semestre, cuando ya se tiene claridad sobre
los recursos disponibles, cuando ya se han llenado todas las plazas en todos
los despachos y fundamentalmente cuando ya se cuenta con un Plan de Desarrollo
que oriente de manera estratégica y concreta las obras, los planes y los
programas que se necesitan.
Por
lo pronto, podemos decir que contamos con un alcalde comprometido, que le pica
quedarse en su oficina, que se deja ver por las comunidades y que, en efecto,
ha dado muchas muestras de amor por su ciudad, como lo prometió en campaña;
ello se ha notado en el interés en la dinamización del turismo y las pequeñas
economías, el impulso a las actividades de la Semana Santa y el fomento al
emprendimiento en cabeza de las mujeres pereiranas.
Adenda.
Gente, la Vía Activa no es una bandera de cada administración a la que
respondemos o no según el gobierno de turno, la Vía Activa es un valioso
escenario institucional de encuentro de la comunidad, cada domingo, para el
desarrollo de actividades familiares y la promoción de hábitos de vida sana,
¡Ojo con eso!