Por James Cifuentes Maldonado
Lejos estuve de imaginar que el tema de la paz diera para poner presidente y que además, con ocasión del actual proceso electoral, para gobernadores y alcaldes y por cuenta de la JEP y su modelo de justicia transicional, reviviéramos la pugnacidad del 2017.
El Derecho no suele ser sinónimo de justicia, y tan es así, que ahí tenemos las garantías del debido proceso que debemos dar a quienes diariamente transgreden la ley penal. Incluso de personajes tan perversos como Luis Alfredo Garavito debemos presumir la inocencia y vencerlos en juicio, por más evidentes que hayan sido sus atrocidades, siendo que muchas veces el sistema, por ineficiencia o por corrupción, no logra su cometido y los delincuentes se salen con la suya y siguen en la calle. Esa es la impunidad con la que vivimos todos los días, a la que nos acostumbramos porque se nos volvió paisaje.
Hipócritamente sólo nos preocupa la impunidad del Acuerdo de Paz y descalificamos la JEP, haciéndole el juego a quienes con ello pretenden ocultar a los terceros que participaron en el conflicto, además de los militares, los paramilitares y los guerrilleros; porque la guerra no se financia sola, y aunque cerremos los oídos y los ojos, ahí está involucrada mucha gente prestante, empresarios, finqueros y ganaderos. Esa es la verdad incómoda que nos divide, y que algunos pretenden ocultar, so pretexto de la impunidad de los actos de los desmovilizados.
Hoy la impunidad es un elemento distractor porque, aunque suene mal, la justicia no es el componente predominante en un proceso de paz, porque, al margen de las causas de un conflicto como el colombiano, su solución sólo puede ser política.
Quienes desaprueban el Proceso de Paz y la JEP, dicen que lo hacen por las víctimas; la mayoría de ellos no tienen parientes dentro de las víctimas y han visto la guerra desde el sofá; mientras las verdaderas víctimas ya han perdonado a sus victimarios y solo quieren seguir adelante. ... ¿Entonces?
Llamativo que algunos dirigentes apoyen la paz de Venezuela y vean con buenos ojos el indulto para los militares del régimen, pero al mismo tiempo estén radicalizados contra la JEP en Colombia. ¿Si eso no es doble agenda, entonces qué es?
Curioso que la derecha colombiana, muy cristiana ella, no ponga la otra mejilla, como dicen que lo hizo Jesús, invocando en su lugar la impunidad para trabar la paz, en una forma soterrada de impedir que se sepa la verdad sobre los crímenes de Estado y la participación de todos los actores del conflicto.